sábado, 4 de septiembre de 2010

Una carta


Sentada viendo la intensidad con la que el sol alumbraba uno de los primeros días de Septiembre recordaba entonces que te perdí, o que te has perdido en alma y que entonces mi vida empezaba a crear un rumbo distinto proyectada desde tu rumbo más profundo, mascando un chicle, viendo el transcurrir de las personas y las sonrisas perdidas, con el viento acechando mi pelo entendí que ya no estabas para acariciar mi lamento y que me encontraba fuera de tu sentimiento, tu proporción y tu recuerdo.
No sé... y dudo escribir lo que escribiré, si quieres mátame pero no me olvides...quizá desgraciadamente te llevo enredado en cada latido, suspiro y medida de mis pasos, el sol coquetea con mis poros y yo... yo solo lloro y analizo con la poca cordura que me queda la situación de tu partida, que si esta bien, mal o medias no es mi punto central, el punto por encontrar es justo ese donde se junta mi sangre con mi veneno, ese con el cual me dopo pasando mis manos en nombre de la sensación de tus manos, entonces es ahí, justo ahí cuando te anhelo como si jamás te hubiera tenido dentro, como si nunca me hubieras recorrido la ilusión con los besos, como si nunca hubiera conocido a quien me enamoró.


De nuevo soy un alma soñadora sin el alarido de sus quejas sordas y sus inconformidades mudas en el juego del tiempo, en el laberinto de las letras obsequiadas al siniestro momento, en la desesperación de una batalla en la que ha muerto mi inspiración, y la veo allí... tendida en el suelo como si no hubiera tenido vida, ni suspiro, ni recorrido, como un pájaro postrado en el trasfondo de mis más oscuros demonios, demonios que se posan sobre mi hombro derecho y me recuerdan que ya te fuiste, que ya no estas, demonios que me repiten que me largue de este mundo, que me largue sin la adolorida felicidad, pero yo no les creo... porque sé que eres el amor inglés, el pasajero duradero que se torna como el pasajero etéreo, porque sé que tú estarás tanto como te quiero, te olvido e intento olvidar que se puede olvidar en verdad y que la flor que llevaba dentro la he entregado al viento como signo de receso y de descanso al sabor del cianuro que ahora llevo en mi corazón vagabundo...
Que los charcos se llenen, que las palomas se pierdan, que el tren se frene, y las hogueras se enciendan... pero tu felicidad que no la vendas, que no la sometas, que no muera ni hoy, ni mañana, que tus esfuerzos con la niebla no desvanezcan.

Cordialmente y con amor;

La libélula que se posa en tu ventana justo antes de que cada noche te vayas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario