miércoles, 24 de agosto de 2016

Tengo la esperanza...



Hoy antes de sentarme a cenar, vi que en mi país, en Colombia, en el lugar de los muertos inocentes y de los muertos culpables, pero al final muertos, en ese en el que son más importantes las cifras que la vida, los cargos que la gestión, la camioneta del político que emplear el presupuesto público, vestir de marca que alimentar niños, comprar fusiles que hacer colegios, hacer ministerios que apoyar los campesinos, se firmaba la paz.

¡Sí en Colombia! El país de la guerra de los 50 años, de los 18.250 días, de las minas, de los soldados rasos que pagan por generales, de las bombas que se nos volvieron costumbre, de los hijos que solo reclaman las madres porque al Estado ya se le olvidaron, de las tierras robadas por "grandes y honorables empresarios", de la desigualdad social que empuja personas como usted y yo como a la criminalidad porque no hay otra opción ¡firmaba la paz!

No hubo forma de no tener esperanza a pesar de todo lo que dije arriba, dos partes de muchas otras que hay dieron su brazo a torcer para buscar el bien de una sociedad que ya no aguanta más, y no pude no tener esperanza. Viví para verlo, para contarlo, para cantar con emoción:

¡Oh gloria inmarcesible!  

¡Oh júbilo inmortal!  

¡En surcos de dolores  
El bien germina ya!


Cesó la horrible noche
La libertad sublime 
Derrama las auroras 
De su invencible luz.
La humanidad entera,
Que entre cadenas gime,
Comprende las palabras
Del que murió en la cruz...

Por primera vez el himno de mi país tiene sentido, y no hubo forma de no tener esperanza, no hubo forma de no imaginar a nuestros campesinos sembrando matas de café y no de coca, de ver niños corriendo en potreros dónde hoy hay minas, de ver presencia del Estado dónde no hay centros de salud, escuelas o iglesias que les permitan a otros pensar que el mundo no está tan jodido como nos lo pintan.

Quise creer que no, que no seremos capaces, pero vencí mi pesimismo, porque no estamos para negarle a nadie segundas oportunidades en un país en el que hay más desaparecidos que empleo, hambre, desilusión y también de desolación, si algo nos ha enseñado la guerra es que a pesar de todo se puede perdonar, porque a quiénes les ha tocado vivirla, no han tenido otra opción que hacerlo para poder dormir un poco más tranquilos en esta vida que les queda sin los que les faltan.

Si algo nos ha dejado la guerra es un simple anhelo, periódicos con primeras planas de deportistas ganando medallas, de proyectos de emprendedores triunfando en el exterior, de un colombiano en cada evento mundial y no en cada desastre que sale en las noticias del medio día. ¡No pude no tener esperanza! Y me alegro de haber vivido para verlo, para sentirlo, para ser una periodista que solo sueña con escribir crónicas de lo rico que es disfrutar un atardecer en el Magdalena Medio viendo un ocaso o un reportaje de lo bueno que saben los pescados del Río Orinoco... quiero dejar de escribir, de leer y de hablar de los hijos de otros, de las explosiones, de la paranoia con la que hemos crecido.

Quiero creer que vamos a vivir en un país mejor, que mucha gente tendrá en sus caras sonrisas y no lágrimas, que nos vamos a poder comportar como lo que somos, personas al fin y al cabo. Nos queda una tarea inmensa, que depende de todos, de no hacer trampa, de pagar lo justo, de respetar a los demás, de creer en lo que nos venga en gana sin negarle los derechos a nadie, de destinar los recursos a la salud, a la educación, de otorgar los subsidios a los que se lo merecen, de no jugar con la ilusión de la gente de una casita, de ayudarle al que no sabe leer con un papel, de pagar las horas extra, de hacer nuestro trabajo bien, de otorgar créditos de estudio para que quiénes hoy prometen dejar las armas puedan aspirar a otra realidad.

Tenemos una tarea grande, como Estado, como nación, como personas, como trabajadores, como papás, como profesores, como amigos, como parejas en un país en el que la guerra en el hogar también cobra vidas, pero es hora de ponernos a hacerla, hoy, ya, nada de mañana, nada de algún día.

¡La Paz es ahora y depende de todos los que nos hacemos llamar colombianos!

viernes, 15 de julio de 2016

Dejar el trabajo de oficina


Nadie dijo que sería fácil pero aquí estamos...

Te levantas un  día y empiezas a pensar hasta dónde te alcanza el dinero de la liquidación, con qué vas a pagar los servicios del siguiente mes, recortas los gastos innecesarios (que son casi todos cuándo te acostumbras al dinero que sí o sí estará en la cuenta) y lo logras, estiras el dinero para darle tiempo de surgir a tu nuevo sueño. Y te llenas de miedo, pero no de ese miedo paralizante sino de ese que te empuja a seguir.

Es hora de tomar la decisión más importante y esa que esperas que te dure el resto de la vida: explorar la independencia, dejar el escritorio de alguien más y trabajar por un sueño que te permita decir que la vida valió la pena. Y es en ese momento que encuentras personas que solo te dicen "arriésgate" y no "¡¿cómo se te ocurre?!", y piensas que no puede ser tan malo lo que está por suceder.

Un día con tristeza de no volver a ver personas que quieres y que te han dado oportunidades increíbles dices "hasta aquí llego yo, gracias por todo" y arrancas a explorar cada cosa que te apasiona en este mundo, porque ahí, entre alguna de esas, está lo que harás... quién sabe por cuánto tiempo y hasta dónde, pero lo que harás con amor y tranquilidad.

Es ahí dónde empieza esa nueva etapa, por fin llega ese momento de la vida que te obliga a recapacitar, tienes dinero para comprar ropa que pocas veces usas porque estás muy cansado para salir a perder el tiempo, porque cuándo se trabaja en una oficina perder el tiempo deja de ser una opción en tu vida, y ya pocas veces tienes la energía de antes, haces ejercicio no por pasión sino para liberarte del estrés, peleas por cosas que no te pertenecen y gastas vida que nadie te va a devolver en algo que quizá le permitirá vivir una vida de ensueño a alguien más mientras reniegas por la tuya.

Ya hay pocas cosas te emocionan, tus temas de conversación son sobre lo que haces, sobre lo que pasó esta semana en la oficina y sobre esos pequeños logros que a veces solo ves tú y por eso quieres contárselos a alguien más... te acostumbras a eso, y cuándo ves personas en TED contando con ojos brillantes su proyecto sientes nostalgia, sin contar ese veneno que se te sale cuándo vas afanado en el bus pensando en tu jefe y pasa alguien corriendo con su perro plácidamente.

La vida se te vuelve el reloj; hora de entrada, de salida y de almuerzo, el fin de semana es como haberse ganado el Baloto y eso si no hay un grupo de Whatsapp lleno de notificaciones que te ocupan un cuarto de la mente de nuevo en esas 4 paredes llamadas empresa.

Piensas en todo eso y te llenas de sentimientos encontrados porque no todo es malo, pero sabes que en ocasiones hay cosas que no se pueden negociar más, como la vida que se te va... y alzas la cabeza, respiras profundo, sonríes y sales a comerte el mundo así te toque un mordisquito al comienzo, porque lo importante es que por pequeño que sea el bocado quedes con el corazón repleto...

Qué nadie te haga creer que no eres el dueño de tu destino y que nadie te haga desconfiar de tu capacidad de triunfar. Gracias por leerme y acompañarme todo este tiempo ¡sean bienvenidos a esta nueva etapa de mi vida!

viernes, 27 de mayo de 2016

Tener amigas...


Tenía y aunque trabajo en eso cada día, muchas veces tengo el reflejo inmediato y la maldita costumbre de culpar a los demás el 90% de las veces que algo me pasa. Hace muchos años, cometí errores que me costaron el desprecio y las actitudes de las que en ese momento eran mis amigas, y como ya lo dije antes, nunca reconocí mi responsabilidad y pues asumí que su reacción no era justificable y que todas las mujeres (aunque en mi familia tenga a las mejores) éramos por instinto unas perras desalmadas que cegadas por la envidia jamás podríamos ver a la otra con los ojos de la compasión y el perdón.

Pasé años sintiéndome mal porque no tenía una mejor amiga, ni siquiera una amiga para contarle cosas sin desconfiar, para llorar, hacerme mascarillas, cogernos el pelo cuándo el exceso de trago nos hiciera vomitar y peor aún, fortalecí la premisa de que cada mujer que se me acercaba fuera de mi mamá, mi hermana y las de mi familia, solo quería destruirme a como diera lugar, y algunas me dieron la razón pero eso es lo de menos.

Tiempo después me pusieron los cachos en una relación en la que creía ciegamente, y con más razón terminé de creerme el cuento de que efectivamente las del problema éramos las mujeres (cómo si el idiota de momento no se hubiera prestado para eso) y seguí mi vida prevenida, amargada y sintiéndome incómoda en cada lugar en el que tenía que socializar con niñas…

Pero un día después de convivir mucho con mis amigos hombres, escuchar sus conversaciones, alabar sus embarradas y justificar sus actos, me di cuenta de lo mal que estaba yo, que hablar de hombres y mujeres perros/as, insensibles, envidiosos/as, mentirosos/as, etc en general era una estupidez, porque ser una mala persona y cometer errores no dependían del género y peor aún, que me había perdido la oportunidad de conocer gente valiosísima en mi carrera, en mis pasantías, en mis trabajos y en la vida, y dejé atrás a muchos que no me aportaban nada, me salí de todo círculo en el que tuviera que ser alguien más para sentirme bien, en el que tuviera que pensar 2 veces lo que iba a decir y en el que dabas y dabas pero no recibías nada.

Y dejé de ser leal con gente para la que era invisible a menos que me necesitara, y aprendí a decir no sin sentir miedo de quedarme sola y a dejar de aplaudir a mis amigos que hacían lo mismo que las mujeres que tanto criticábamos.

…Y me quité un peso de encima, y me relajé con ellas, con nosotras, con las mujeres, no porque ya no tuviera miedo de que me volviera a doler el corazón cómo a los 15 años, sino porque decidí ver a la gente con otros ojos, 1 porque no todas tenían la culpa de lo que me había pasado y 2 porque no valía la pena no darle la oportunidad a alguien de mostrarme que algo podía ser distinto… E hice mi primer amiga en mucho tiempo. 

Y la vida fue distinta, porque aprendí que había gente como yo con miedo a sentirse decepcionada, pero también con ganas de compartir la vida, de salir, de hablar, de sentirse entendido, de debatir formas de pensar y luego seguir como si nada, porque ese es el chiste, querer a alguien con todo lo que venga.

Y la vida fue distinta porque ahora tenía a alguien para "hablar de cosas de mujeres" y de penes, y de polvos buenos y de polvos malos, y prestarnos la ropa se sintió bonito y darnos consejos para la horquilla del pelo, y recomendarnos libros, y hacer notas del blog hablando de lo lindo de tener amigas y la vida fue distinta porque ahora hay alguien que te pide que lo acompañes a estar solo, porque como tú, a veces otros solo necesitan un "todo estará bien" sin necesidad de pronunciarlo.

Y me relajé, e hice más amigas, y me di la oportunidad de confiar aunque me decepcionen, y conté mis cosas íntimas y dije "te quiero" a alguien que no fuera mi novio o mi familia y tuve a quién enviarle Whatsapps en el bus y gifs para hacer más amenas las cosas serias, y de nuevo pude ver que más que mujeres u hombres, somos un pocotón de personas queriendo compartir lo que somos y ya, y que es muy difícil que eso le guste a alguien por completo y que algunas veces te dará rabia su forma de actuar, pero que ser como eres está bien y dejarlas ser también.

Y entendí que debes apartarte de gente que hace cosas que no puedes tolerar, porque el conflicto interno que te genera es más tóxico que otra cosa. Y entendí que no se trata de compinchería sino de incondicionalidad. De cumplir lo que se dice, de ser consecuente con lo que se hace y de buscar el bienestar de alguien que no seas tú mismo, y la vida fue distinta porque por primera vez me vi en alguien más y me sentí importante para personas diferentes a las que inevitablemente se preocupan por si te despertaste viva y ya nada volvió a ser lo mismo.

Hace unos años habría leído esta nota y hubiera dicho algo tipo "si supiera lo que le espera con esas hijueputas", pero ya no, y eso es lo bonito de ser humano, cambiar de pensamiento, poder mejorar y tener alguien al lado no para que te aplauda sino para poderle dar lo mejor que tienes en esta existencia. A mis amigas gracias, gracias por ser un respirito en el mundo, por demostrarme que nada está perdido, que hay gente buena, gracias por redefinirme el concepto de la amistad, por ser sin necesidad de demostrarle nada a nadie, por enseñarme a no acostumbrarme al qué dirán, por perdonarme cuándo no soy tan buena persona, por la paciencia, por el amor, por tenerme en sus pensamientos, por cuestionar lo que pienso ¿por qué para que se tiene un amigo hombre o mujer sino es para todo eso?

Las quiero.

martes, 8 de marzo de 2016

A propósito del Día de la Mujer



"No, no es el día internacional de la mujer por el simple hecho de tener vagina. Un de 8 de marzo de 1908 miles de mujeres salieron a las calles a reclamar sus derechos, 130 de ellas fueron encerradas y quemadas. Siglos anteriores muchas de ellas fueron sometidas a las más terribles torturas, por el simple hecho de inmiscuirse en la ciencia, la literatura, la música, el arte. Las mal llamadas brujas eran mujeres sanadoras capaces de aliviar la conciencia de los hombres, pero ante el celo de la Iglesia, de ver disminuido su poder ante pueblo, los Papas las arrestaban y las torturaban, obligándolas a declarar que tenían sexo con el diablo para conseguir tal poder que ellas poseían. Finalmente eran llavadas a la hoguera"…

En todo caso feliz día a todas esas que quiero y que me hacen sentir orgullosa de ser mujer, que me enseñan que está bien defender lo que pienso y lo que digo aunque eso cueste "amistades", a esas que me dejan claro que no necesito de alguien más para sentirme completa, a esas que me hacen sentir que soy, no menos ni más, simplemente soy y debo disfrutar lo que eso implica. A las que defienden mi derecho a una sexualidad libre ante personas como el Procurador, y a las que son capaces de pensar en nosotras como individuo antes que en la "sociedad correcta en la que vivimos" o en el Dios castigador que prefiere niños con enfermedades y mutaciones terribles en el mundo y no un aborto.

Gracias a todas las independientes que inspiran a muchas otras a salir de la caridad de un hombre, a las que crían hijos solas en este mundo complicado, a las que siguen creyendo y pregonando que "all you need is love" aunque les toque tan duro, a las que se visten como quieren y a las mamás que nos dejan descubrir nuestra identidad aunque eso les cueste ver vestidas a sus niñas como no se lo imaginaron, a las que no dicen "te violaron por ir con esa faldita", a las que no nos dicen "las mujeres de verdad no dicen groserías y se sientan con las piernas cruzadas", a las que no te preguntan a ti y no a tu marido porque la casa está tan sucia, a las que no te dicen "como te quedo de rica la comida, ya te puedes casar", a las que nos enseñan a hacer "cosas de hombres" porque saben que no se trata de género sino de lo que te propones hacer.

Feliz día a las mujeres que nacieron en el cuerpo de un hombre, a las "marimachas", a las que no se peinan, a las que nos peinamos, a las que pueden tener criterio y ser inteligentes aunque les guste el rosado, a las que sienten que nacieron para ser mamás y a las que no quieren tener hijos ni ahora ni nunca, feliz día a todas las que nos dejan claro que ser mujer, que ser simplemente una persona con virtudes y errores es tener un poder incalculable.




domingo, 21 de febrero de 2016

Dos puntos, volvemos a empezar

Hoy me desperté pensando que no soy feliz, pero que alguna vez lo fui. Paradójicamente no tenía tantas cosas como ahora y mientras menos necesitaba, más vivía.

Si hoy pudiera darte un consejo, te diría que no vale la pena trabajar para tener la ropa de temporada, si no tienes tiempo para disfrutarla, para arrugarla, para llenarla de momentos que al menos te saquen una sonrisa.

No vale la pena trasnochar en una oficina si no tienes un día a la semana para ver el amanecer al lado de la persona que amas. No vale la pena tener la nevera llena, si al final tienes el alma vacía.

No vale la pena compartir los fines de semana con tu familia, si al final estás pensando en el informe que se quedó sin enviar. No vale la pena esclavizarte por un futuro, si ni siquiera tienes un presente que te alegre, no valen la pena las selfies, si no fue tan buen momento como para sonreír frente al espejo mientras te afeitas

No vale la pena desvanecerte en el día a día y olvidarte de todo eso que te trajo al hoy, al ahora.

- Deja de pensar por un minuto en las cosas que tienes... Por que no eres lo que compras, no eres lo que usas, no eres lo que vendes.

- Eres lo que piensas, eres lo que disfrutas, eres lo que compartes, eres lo que viajas, eres la suma de las experiencias que construyes.

- Si hoy quisieras volver a ser feliz te diría: Regálate la oportunidad de despertar con el sonido de la calma, con el olor del café de mañanita y no con el "voy tarde" de todos los días.

- Regálate la oportunidad de cerrar los ojos y sentir el viento correr, porque poquitas cosas te hacen sentir tan vivo como las pequeñeces que te recuerdan que lo simple es lo importante.

- Regálate nuevas formas de ver la vida, de sentirte incompleto, no porque te quedaste sin batería sino porque extrañas el sonido de los árboles a las 6 de la tarde.

- Regálate la fortuna de conocer nuevas personas y nuevas culturas, porque nada te hará más rico con el tiempo que ver lo que para otros es invisible.

- Regálate la oportunidad de llorar de felicidad, de construir un hogar en cualquier lugar si la llevas de la mano, porque lo que necesitas no está en un apartamento, está en los lugares dónde quieras encontrarlo.

- De ahora en adelante si quieres ser un poquito más feliz regálate una nueva vida sin afán, sin el "tú debes", sin el "tú tienes qué", sin el que dirán de la gente.

Ser feliz es fácil, solo recuerda quién fuiste y quién eres.

*Texto hecho para una campaña de estudiantes de la Jorge Tadeo Lozano. 

jueves, 14 de enero de 2016

Hoy ponte linda


Hoy ponte linda, píntate el pelo del color que quieras, vístete como se te de la gana, taconea, ensúciate los tenis, siéntate con las piernas abiertas aunque tengas falda, ponte linda del alma, camina por ahí, piérdele el miedo a ser tú misma, que importa ya si el celular se quedó al fondo de la maleta y no lo escuchas… no tienes nadie que te persiga en esta vida.

Ponte linda de espíritu y tómate fotos en cucos y brasier aunque te digan que eres una perra, pero una perra libre. Tómate fotos empelota si se te da la gana, porque no tenerle miedo a tu cuerpo también está bien… a la desnudez también se le nota la tranquilidad de vivir en ese cuerpo, deja de darle gusto a todo el mundo, porque simplemente no se puede.

Ponte linda, guapa, como tu consideres que eso se ve, deja de hacernos caso, no nos escuches, al final lo que nos da rabia es que no nos atrevemos a hacer eso que tu sí, te envidiamos, no es más, ojalá tuviéramos la fuerza para vivir sin preguntarle a alguien ¿rubio o negro? ¿falda o jean? ¿será que este tatuaje me hará verme ridícula cuando viejita?

Ponte linda todos los días, no le preguntes nada de las tendencias a Google, sigue tus instintos, confía en ellos, vete detrás hasta dónde te lleven, hazte caso en cada cosa que pienses si eso es lo que quieres, da lo mejor de ti o lo peor, pero déjale claro a los demás a que se enfrentan, porque eso te hace linda también, convertirte en un reto constante…

Ponte linda para ti de mente porque al final eres la única persona con la que convivirás. Descúbrete constantemente, porque cuando alguien pueda reconocer que no tienes miedo de ser te dirá "que linda estás", pero mientras tanto yo hoy te digo "estás linda".

Desde hoy deja de leer bobadas de gente que te dice cómo ponerte linda, cierra esta nota, vive sin preguntarle a alguien más "cómo deberías ser" y al que te diga cómo bloquéalo en la vida real y quítate un peso de encima.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Este año quiero que...

Este año quiero que te regales la oportunidad de volver a sonreír, por ti, porque lo sientes, porque te nace; no por él, no por darle rabia, no por demostrarle que estás bien.

Este año quiero que te regales paz... la paz de vivir sola, de volver a conocerte, de reconocerte en cada aspecto de la vida.

Este año quiero que te regales nuevos amigos, nuevas formas de ver la vida, de disfrutarla, de aprovecharla, de volverte mierda, de volver a estar bien; este año quiero que te regales el control que todavía no tienes.

Este año quiero que te regales olvido, motivos para sanar, una vida contigo, porque ya nada más importa...

Este año quiero que te regales ganas de ser mejor, aunque para mí ya eres lo máximo, idas a la cama llenas de tranquilidad, un Whatsapp sin su número, una vida sin sus recuerdos.

Este año quiero que te regales ganas de aceptar la verdad que no quieres ver pero en la que poco a poco crees, certezas de que no existe eso en lo que algún día confiaste, pero también soluciones para entender que la vida sigue.

Este año quiero que te regales amor, tú misma y que te permitas recibir el de otros, en la cama y en el día a día, este año quiero que entiendas que está bien ser tú y quiero que te regales el poder de quitarle a otros la autoridad de destruirte la vida.

Este año quiero que te regales felicidad, esa que sentías cuando lo veías, este año quiero que descubras lo que de verdad te gusta, no lo que "les gustaba", este año quiero que te regales la oportunidad de devolverte tu vida.

Este año quiero que te regales el orgullo que te arrebató y la dignidad que se llevó con cada grito y cada desplante, este año quiero que te regales el mejor detalle, volver a creer que eres y serás lo suficientemente valiosa para alguien.

Este año quiero que te regales el valor de la sinceridad, para aceptar que todavía no pasas el capítulo, pero también el esfuerzo para saber que lo conseguirás, este año quiero que te grabes sus mentiras de memoria, para que cuando las vuelvas a escuchar, solo puedas responderle con una risita burlona.

Este año quiero que te regales la ilusión de creer en un futuro mejor, en las noches sin dolor, en un "tú y yo" que te permita construir tus sueños y no que se los lleve lejos.

Este año quiero que te regales la valentía para decir "no", el discernimiento que necesites a la hora de decir "sí", y la malicia que te falta para gritar a los cuatro vientos "¡NO SE ME DA LA GANA!".

Este año amiga mía quiero regalarte mi amistad, porque estoy segura que si hacemos esto juntas nos regalaremos el mejor año de nuestras vidas. No me sueltes la manita...