sábado, 10 de noviembre de 2012

Returning home


Se conocieron como se conocen los amores del mundo complicado, los que te llegan como el cáncer, los amores que son una enfermedad, y una adicción, porque te acogen cuando menos lo esperas, los que se entrelazan con las historias que ves en las películas y las canciones melancólicas de Noviembre... porque si hay canciones tristes se escuchan ese mes, el resto es pura palabrería barata que transcurre año tras año para volver al lugar que te tapa la nariz y te oprime el diafragma.

Volvió a casa, y lloraba, era el hombre más débilmente fuerte que había conocido yo. Se comía la mierda y la disfrutaba, porque aprendía, porque la comida ahora era manjar, y el calor de una persona la gloria, un Dios. Su papá lo estaba abrazando como cuando lo había visto nacer, y lo cuchicheaba porque volver a casa es sentir que ya puedes morirte. Yo era muy temerosa todavía para irme a otro país, lejos de mi zona de confort, en cambio él, él había dormido en los trenes, aguantado hambre, luchado contra ladrones, inviernos y ganas de su mamá. Él era una especie de héroe anónimo, ese que solo conocía yo y otra cualquiera que también lo había llevado consigo. 

El mundo es un lugar frío, lluvioso aunque haga sol, es un lugar duro y complicado, más que complicado difícil porque las dos palabras aunque sean sinónimos no son lo mismo, más que difícil sin amor, y por amor me refiero a un baño, a un pan, a un token para abordar el tren, al abrazo de alguien en una fecha especial, al reconocimiento de un logro cuando se sentía el fracaso burlón, con amor me refiero a esas pequeñas cosas que no son personas pero que nos besan la boca como cada uno de los que leen esto, sabe como quisiera que se la besaran.

Volvió a casa, y no era el mismo, pero tampoco era otro, parecía que había crecido, y adelgazado también, parecía que sus cejas eran menos pobladas y que la vida le pesaba un poco menos al haber pasado por esa sala. Volvió a casa y ahora tenía los labios rotos, la ropa mareada, y las maletas vacías.

Volvió a casa y yo no me sentía su hermana, me sentía su amiga, pero no su amiga fiel, su amiga esporádicamente pertinente. Había vuelto a casa y se me revolvía el corazón, porque Marx había dicho que el capital era salvaje, pero el lo había vivido, la carencia, más que el no tener, necesitar. Ahora sabía llevar las botas, el sombrero y el carácter que antes le faltaba.

Volvió y ya ha dicho que se irá, pero ha vuelto y ella también vendrá. Lo rescató y quién sabe que batalla ganarían, el mundo es muy puto y no tiene amor, pero cuando uno se encuentra con alguien justo en el centro del mundo, algo tiene que estar pasando.

Mi hermano volvió, y mientras pueda voy a escucharlo y a verlo a los ojos.