miércoles, 20 de mayo de 2015

Sobre ser flaca

Toda mi vida he sido feliz, independientemente de esos kilos de más que llegaron a mí, producto de un mal tratamiento con vitaminas en el afán de mi mamá de curarme de una cosa similar a la anorexia de la que sufrí desde los 5 años... y de paso por mi gusto por la comida. No son muchos kilos, pero cuentan, hacen que el número de la talla sea el mismo desde hace 10 años y yo tampoco me esfuerzo para cambiarlo porque al final he sido, soy y seguiré siendo feliz con este peso o con los 10 kilos que debo bajar según el médico.

Estoy sana pero como de más, y la verdad es que no me quejo porque no hago nada al respecto y esa es mi responsabilidad, los números y porcentajes me afectan de vez en cuando, cuando voy a la playa, cuando estoy en un centro comercial o cuando escucho la frase mas temida para una gorda: "pero no nos queda en esa talla", pero por lo demás mi peso no ha sido obstáculo en esta vida, he tenido lo que muchas flacas quisieran... he encontrado el amor, no una, varias veces y en su momento he sido más feliz de lo que algunas serán, he corrido por las playas sin pensar si alguien me mira, he tenido sexo sin preocuparme por gordos y estrías porque al final es una realidad de mi cuerpo y no me avergüenza, pero además tengo un ranking de lugares a los que volvería con tal de tener de nuevo en mi boca esa comida y no me preocupo por las calorías. Todo eso en un mundo lleno de personas infelices y crueles, es un lujo que no he dejado de disfrutar, ningún número en la balanza me ha frenado para conseguir y llegar donde siempre quise estar y eso es lo que querida niña, me hace tan afortunada que no me da tiempo de dedicarme a sufrir por lo que dices de mí.

Toda mi vida estuve rodeada de una familia llena de personas delgadas en su mayoría, tetonas, piernonas, culonas y caras preciosas, al parecer a mi me robaron la mitad y yo solo cuento con piernas y una cola inmensa (que dirán las que me odian, es pura grasa), y uno que otro filtro que me pone linda la cara en Instagram. Toda mi vida estudié con niñas talla 4 y 6, de piel bronceada y a las que la falda no 4 (como a mi), sino 10 dedos arriba de la rodilla las hacía ver como Lauren en Laguna Beach, no me dejé del bullying, tuve que escuchar cientos de veces "super cerdita", "yayirobe" y 10 mil apodos más, pero al final cuando me enfrenté a gente como tú, querida niña, entendí que fue la mejor escuela para forjar mi carácter para el resto de mi existencia.

Yo ya crecí, soy y he aprendido a quererme, a rezar porque esos exámenes semestrales no digan que algo anda mal, he asumido con dignidad mi talla 12, mis brazos de tía y mis nalgas que no caben en una falda lápiz, pero tú, alardeando superioridad por el número que arroja tu balanza me das pesar, porque aunque seas flaca, no eres linda, ni en referencia a mi (que no busco ser más linda que alguien), ni en referencia a otras, que mucho más bellas que tú (según el común denominador de esta sociedad) te pasan encima y te arrastran.

A lo mejor eres buena persona, pero yo ya no conoceré esa parte de ti, y aunque no lo creas no te deseo el mal porque con la vida que tienes basta, pero si deseo que nunca subas de peso y pases por la frustración de luchar contra tu cuerpo, que jamás traigas al mundo un niño obeso para que tengas que sentir junto a él que verse diferente parece ser un pecado digno del reproche, pero sobre todo deseo con todo mi corazón que entiendas que para la gente gorda como yo, tus comentarios, tuits e imágenes malintencionadas solo son uno, algo más de lo que hemos tenido que aguantar toda la vida.

...Y claro que ser flaca también debe ser una delicia, solo que no es mi prioridad. Qué suerte que la genética te haya premiado con semejante cosa. Y antes de que se me vengan encima todas las flacas que conozco y que tanto quiero, debo dejar claro que no se trata de negro y blanco, de bien y mal, de sí o no, se trata de ser, de ayudarnos entre flacas y gordas en este proceso de aceptación y adaptación que no hubiera sido posible sin la gente que tengo a mi al rededor; ojalá todos tuvieran la fortuna de conocerlos.

Hoy solo quería que alguien, cualquiera que lea esto supiera como llegué a sentir pena por lo que veía en el espejo, solo quería que supieran lo que pienso, lo que no comparto, lo que me indigna y los actos de la gente que hoy me dan risa... y tu querida niña forja tus argumentos, deja de alardear una talla 4 que puede cambiar con los años, te lo dice una ex talla 6 que metida en una talla 12 se realizó y que gracias a la vida entendió la magnitud de la estupidez humana, y de paso se disculpa si alguna vez te ofendió con una estupidez desbordante de la que hoy eres una digna exponente.

domingo, 10 de mayo de 2015

Ser mamá



No sé lo que es ser mamá, pero un par de cosas, muchas, he aprendido de la mía.

He aprendido que ser mamá significa tener la valentía de perderle el miedo a lo desconocido, valorando el hoy.

He aprendido que ser mamá significa darle importancia a la vida de alguien más, demostrándole que siempre se puede seguir cultivando el amor por uno mismo.

He aprendido que ser mamá significa ver pasar horas, días y vidas, siempre con la esperanza de que todo puede ser mejor, para uno, para su hijo, para el mundo.

He aprendido que ser mamá significa tener y dar la cuota de amor justa, más la cuota de exigencia necesaria para formar personas correctas.

He aprendido que ser mamá significa tener una complicidad con alguien en el mundo sin necesidad de tenerlo cerca.

He aprendido que ser mamá significa confiar en pálpitos y corazonadas, en Dios, en lo del más allá, porque solo una mamá podría entender que hay fuerzas que unen el mundo pero no se ven.

He aprendido que ser mamá significa cambiar y mejorar la forma o la receta hasta darle en el gusto a esa personita, sin dejar de cultivar el valor de la sencillez y el esfuerzo de los otros por nosotros.

He aprendido que ser mamá significa darle un toque único al huevo con arroz y tajadas fritas.

He aprendido que ser mamá es tener la delicadeza de vivir, dejando una huella más grande que esa de la muerte o la tristeza.

Pero por sobre todas las cosas he aprendido que ser mamá significa tener una misión en el mundo tan grande y tan poderosa, que aún más allá de la eternidad puedas transportar a alguien con un nombre, un perfume, una foto o un color a ese lugar que aunque no tenga ni techos, ni paredes, se llama hogar.

He aprendido que ser mamá significa vivir esperando únicamente esa sonrisa. Por eso aunque no sea tu mamá, mamá, he aprendido que ser hijo es lo mismo, vivir anhelando que te despiertes en mi hogar con paredes o del alma todos los días.