viernes, 15 de julio de 2016

Dejar el trabajo de oficina


Nadie dijo que sería fácil pero aquí estamos...

Te levantas un  día y empiezas a pensar hasta dónde te alcanza el dinero de la liquidación, con qué vas a pagar los servicios del siguiente mes, recortas los gastos innecesarios (que son casi todos cuándo te acostumbras al dinero que sí o sí estará en la cuenta) y lo logras, estiras el dinero para darle tiempo de surgir a tu nuevo sueño. Y te llenas de miedo, pero no de ese miedo paralizante sino de ese que te empuja a seguir.

Es hora de tomar la decisión más importante y esa que esperas que te dure el resto de la vida: explorar la independencia, dejar el escritorio de alguien más y trabajar por un sueño que te permita decir que la vida valió la pena. Y es en ese momento que encuentras personas que solo te dicen "arriésgate" y no "¡¿cómo se te ocurre?!", y piensas que no puede ser tan malo lo que está por suceder.

Un día con tristeza de no volver a ver personas que quieres y que te han dado oportunidades increíbles dices "hasta aquí llego yo, gracias por todo" y arrancas a explorar cada cosa que te apasiona en este mundo, porque ahí, entre alguna de esas, está lo que harás... quién sabe por cuánto tiempo y hasta dónde, pero lo que harás con amor y tranquilidad.

Es ahí dónde empieza esa nueva etapa, por fin llega ese momento de la vida que te obliga a recapacitar, tienes dinero para comprar ropa que pocas veces usas porque estás muy cansado para salir a perder el tiempo, porque cuándo se trabaja en una oficina perder el tiempo deja de ser una opción en tu vida, y ya pocas veces tienes la energía de antes, haces ejercicio no por pasión sino para liberarte del estrés, peleas por cosas que no te pertenecen y gastas vida que nadie te va a devolver en algo que quizá le permitirá vivir una vida de ensueño a alguien más mientras reniegas por la tuya.

Ya hay pocas cosas te emocionan, tus temas de conversación son sobre lo que haces, sobre lo que pasó esta semana en la oficina y sobre esos pequeños logros que a veces solo ves tú y por eso quieres contárselos a alguien más... te acostumbras a eso, y cuándo ves personas en TED contando con ojos brillantes su proyecto sientes nostalgia, sin contar ese veneno que se te sale cuándo vas afanado en el bus pensando en tu jefe y pasa alguien corriendo con su perro plácidamente.

La vida se te vuelve el reloj; hora de entrada, de salida y de almuerzo, el fin de semana es como haberse ganado el Baloto y eso si no hay un grupo de Whatsapp lleno de notificaciones que te ocupan un cuarto de la mente de nuevo en esas 4 paredes llamadas empresa.

Piensas en todo eso y te llenas de sentimientos encontrados porque no todo es malo, pero sabes que en ocasiones hay cosas que no se pueden negociar más, como la vida que se te va... y alzas la cabeza, respiras profundo, sonríes y sales a comerte el mundo así te toque un mordisquito al comienzo, porque lo importante es que por pequeño que sea el bocado quedes con el corazón repleto...

Qué nadie te haga creer que no eres el dueño de tu destino y que nadie te haga desconfiar de tu capacidad de triunfar. Gracias por leerme y acompañarme todo este tiempo ¡sean bienvenidos a esta nueva etapa de mi vida!