lunes, 20 de mayo de 2013

Diana y su lucha por vivir: una batalla constante contra el Estado colombiano

Esta nota se sale un poco de esto y aquello que por lo general ven escrito en este blog. Más que un vídeo, esta es la historia que he visto más de una vez en varias mujeres, afortunadamente no de mi familia, pero no por eso me toca menos el alma o me hace entender en una menor proporción la dimensión y lo complicado de vivir en estos tiempos donde todo avanza; los carros, televisores, celulares, computadores, construcciones y un millón de cosas más, menos las leyes y las medidas para proteger la vida y brindar esperanza.

Antes que nada ella es Diana Vasquez, todo lo que necesitan saber de ella y lo que ella quiere que sepan lo dirá en los próximos minutos. A veces la gente piensa que todo esto no tiene sentido, venir a escribir en una pantalla y pensar que hacemos algo por los demás, si he creído en almas, tengo derecho a creer en estas herramientas que en otros casos han ayudado a estas personas a llegar a su meta. Yo solo espero que Diana esté viva para llegar caminando a ella y poder abrazar a su familia cuando un examen le diga que podrá ver graduada a su pequeña, que sentirá una vez más paz al ir a descansar y que será certeza, al menos mientras ella en realidad busque o tenga que irse de acá.

Así como cuando quién no cree en Dios lo menciona con minúscula, yo hablo del estado entonces igual, de ese ser supremo de la economía, la salud, la educación, las pensiones, la libertad y la represión, el trabajo, la vida y la muerte que fomenta con las guerras en el campo y en la ciudad, en cada licitación, en el fomento de la indiferencia y de la corrupción, pero sobre todo en las salas de urgencias y en los pasillos de centros de salud, clínicas y hospitales de este país que ya tiene debajo suficientes muertos.

¿El cáncer? el cáncer es una más de todas esas enfermedades que ya no se curan ni siquiera con pagar todos los meses un servicio que al final solo se burla de nosotros en la cara, que solo nos advierte y nos muestra eso que siempre nos repiten desde que podemos entender y es que "a todos nos va a llegar el día de la muerte".

Injusto es que algunos no busquen ese día, pero les llegue ese algo que los acerca, que los lleva, que los deja al borde... injusto ese que esos mismos, tengan por qué y por quién vivir y que no puedan tomar una mano, al menos de quién dice en su Constitución que su función principal entre otras cosas es mantener aquí a Diana con su bebé, que dentro de su misma doble moral prohíbe el aborto y la eutanasia, pero es quién arroja a sus mismos habitantes a situaciones determinantes. 

El estado colombiano, a puertas de una Reforma a la Salud. Los medios, hablando de las banalidades de una medida trascendental y tirana que al final es la que nos mantiene o no en este mundo. Nosotros, pensando que es lo que vamos a comprar mañana porque por ahora podemos ver, escuchar, oler, saborear, caminar, hablar y todo lo demás, pensando que día nos tocará y esperando que ojalá no sea en el pasillo de una sala de urgencias, o que a lo mejor no nos coja el celador diciendo que "no nos pueden atender porque no aparecemos en el sistema"...

Como si al final alguien le fuera a explicar a esos que nos esperan en casa, que este mundo mezquino y odioso ya no tiene piedad y que las tutelas y las carpetas llenas de papeles firmados y vencidos ya no servirán de nada.

Diana, acá, desde mis responsabilidades y mi rutina, espero que lo logres, que obtengas ese medicamento y que todas tus próximas lágrimas sean de felicidad y de victoria. Ya eres una guerrera y no sabemos lo que hay al cruzar, espero que todo lo que veas cuando pases este camino extenuante y doloroso sea tu lucha hecha sonrisa en los ojos de tu pequeña.


domingo, 12 de mayo de 2013

La certeza que es persona



A veces pareciera ser que de pequeños a grandes cambian los gustos, la forma de ver la vida y hasta las prioridades... yo creo que es mentira, solo aprendemos a preocuparnos más, a disfrutar menos y a ver más errores en los pequeños detalles que al final solo nos llenan la vida.

Aún recuerdo como los momentos más angustiantes de mi vida eran cuando mi mamá se enfermaba, y entonces mi papá tenía que despertar temprano, hacernos agua de panela y pan a mí y a mi hermana antes de ir a estudiar, plancharnos el uniforme, ayudarnos a hacer tareas y preocuparse por mamá, aunque él no se diera cuenta que también estaba siendo una. Como me acostaba, pequeña e inofensiva, y no dormía, porque el mundo se podía caer al otro día pero la pastilla de mamá no podía esperar, ni los paños húmedos para bajarle la fiebre o sobarle el estómago para que pudiera descansar aunque fuera unas horas...

Todavía y aunque la memoria me falle, recuerdo con zozobra la primera ida de mamá al hospital estando pequeñas, recuerdo que esa noche me arrodillé, cerré los ojos y pedí con el corazón pequeño que tenía y que a veces tengo todavía, que mamá volviera a casa. A veces la incertidumbre es una persona, una persona que amas y que por alguna razón que nunca vas a entender tiene que enfermarse.

Todavía puedo recordar como se nos aguaban y se nos alegraba la vida al verla llegar a casa, como la consentíamos -ahora la consentimos de una manera distinta porque ya casi no se enferma, y eso es lo mejor que alguna persona puede ver para vivir-, como papá descansaba porque al final el sabía ser papá y sin mi mamá su vida a lo mejor hubiera estado incompleta.

Aún en cada trasteo encuentro las cartas de amor eterno que se hicieron esos dos, y que 26 años después viven de una manera distinta, pero la viven, como la eternidad existe solo para algunas personas en el mundo, como aún están en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, en la abundancia y en la escasez... como aman, como odian, como viven, como no viven, como se cansan... pero como a veces pareciera ser que de pequeños a grandes no cambian los gustos, la forma de ver la vida, ni las prioridades.

Todavía recuerdo la primera vez que me gradué y mi mamá lloró y se abrazó con mi papá y todo parecía decir que los pequeños detalles, como ver a un hijo subido recibiendo un diploma y tener la vida, la salud y la fortuna de verlo y que nadie más les tuviera que contar, era todo lo que necesitaban.

Y ni para que les cuento de todas esas veces que se alegraron por mis boletines, y me corrigieron por no hacer lo que me habían enseñado, y cuando hicieron un complot con mis amigos para celebrar mis 15 años en la calle de mi casa con parranda vallenata, o de todas las cosas que ella y papá, mi segunda mamá, dejaron de comprar para darme casa, comida, uniformes, útiles, un buen colegio, la oportunidad de ir a la universidad, y pensar que todavía están vivos para verme y para verlos triunfar... a veces pareciera ser que de pequeños a grandes cambian los gustos, la forma de ver la vida y hasta las prioridades... pero todo esto a mí me demuestra que es mentira.

A veces la certeza es saber que los vas a volver a ver, que en unos años serás tú quién celebre su vejez, su salud, sus triunfos, los estudiantes de cada uno que ya estarán grandes y los saludarán cuando salgan a comprar fruta, a veces un solo recuerdo, que una sola persona todavía tenga presente que vos existes me hace pensar que la vida no cambia, que los que cambiamos somos nosotros... a veces la certeza es saber que la muerte llegará, pero que al menos nos cogerá a todos con la sonrisa puesta, con el alma libre y la memoria fresca.

sábado, 4 de mayo de 2013

Si algún día te veo


Si algún día te veo, te voy a robar lo que no basta con tu presencia. Esto no es una advertencia, esto si quiera lo has de escuchar...

Mis planes hacia tu boca tienen historia, las intenciones perversas nacen en esa delgada línea que divide tus labios, esa misma que traza la unión entre lo correcto y vos.

Si algún día te veo, te voy a robar un beso de esos que no se planean, uno de esos furtivos, ingenuos, llenos de ganas y de dualidad. Si algún día te veo, me voy a quedar con eso que sí eres vos, pero que no sabes que existe, porque no te has besado y no conoces el oasis que hay en todo ese desierto. 

Si algún día te veo, te voy a hacer existir, como quién ve lo que quiere ver solo para poder probar los besos de una boca, esa que te dibujaron antes de nacer, esa que te han deformado los amores fugaces, pero al final, esa boca tuya... 

Si algún día te veo me harás y seré, si algún día te veo, te veré.