sábado, 10 de noviembre de 2012

Returning home


Se conocieron como se conocen los amores del mundo complicado, los que te llegan como el cáncer, los amores que son una enfermedad, y una adicción, porque te acogen cuando menos lo esperas, los que se entrelazan con las historias que ves en las películas y las canciones melancólicas de Noviembre... porque si hay canciones tristes se escuchan ese mes, el resto es pura palabrería barata que transcurre año tras año para volver al lugar que te tapa la nariz y te oprime el diafragma.

Volvió a casa, y lloraba, era el hombre más débilmente fuerte que había conocido yo. Se comía la mierda y la disfrutaba, porque aprendía, porque la comida ahora era manjar, y el calor de una persona la gloria, un Dios. Su papá lo estaba abrazando como cuando lo había visto nacer, y lo cuchicheaba porque volver a casa es sentir que ya puedes morirte. Yo era muy temerosa todavía para irme a otro país, lejos de mi zona de confort, en cambio él, él había dormido en los trenes, aguantado hambre, luchado contra ladrones, inviernos y ganas de su mamá. Él era una especie de héroe anónimo, ese que solo conocía yo y otra cualquiera que también lo había llevado consigo. 

El mundo es un lugar frío, lluvioso aunque haga sol, es un lugar duro y complicado, más que complicado difícil porque las dos palabras aunque sean sinónimos no son lo mismo, más que difícil sin amor, y por amor me refiero a un baño, a un pan, a un token para abordar el tren, al abrazo de alguien en una fecha especial, al reconocimiento de un logro cuando se sentía el fracaso burlón, con amor me refiero a esas pequeñas cosas que no son personas pero que nos besan la boca como cada uno de los que leen esto, sabe como quisiera que se la besaran.

Volvió a casa, y no era el mismo, pero tampoco era otro, parecía que había crecido, y adelgazado también, parecía que sus cejas eran menos pobladas y que la vida le pesaba un poco menos al haber pasado por esa sala. Volvió a casa y ahora tenía los labios rotos, la ropa mareada, y las maletas vacías.

Volvió a casa y yo no me sentía su hermana, me sentía su amiga, pero no su amiga fiel, su amiga esporádicamente pertinente. Había vuelto a casa y se me revolvía el corazón, porque Marx había dicho que el capital era salvaje, pero el lo había vivido, la carencia, más que el no tener, necesitar. Ahora sabía llevar las botas, el sombrero y el carácter que antes le faltaba.

Volvió y ya ha dicho que se irá, pero ha vuelto y ella también vendrá. Lo rescató y quién sabe que batalla ganarían, el mundo es muy puto y no tiene amor, pero cuando uno se encuentra con alguien justo en el centro del mundo, algo tiene que estar pasando.

Mi hermano volvió, y mientras pueda voy a escucharlo y a verlo a los ojos.

martes, 17 de julio de 2012

Costumbre




...Siento que estamos viviendo la historia que ya había vivido alguien más y que hemos ido encontrando las piezas de un rompecabezas, creo que lo que siento por usted es la pista clave.

No sé cuantos fragmentos de mujer tocó, ni cuantos nombres pronunció en la oscuridad, no sé cuantos ojos le dieron luz y tampoco me interesa. Vida poco puta que de santa me ha de disfrazar, vida poco santa que es bien puta.

El invierno transcurre al ritmo de Händel, al menos en el alma hay eternas primaveras aunque no se vean. Hay fogatas y guía, pestañas que son bosque, como las que tiene encima de esas esferas, mi planeta tierra. Para olvidar la nostalgia está usted y para vivir la tristeza también, solo me hace falta volverlo a ver y correr una y otra vez.

Mi conciencia está llena de tierra, es de color café, como terracota, de esos terracota Puerto Gaitán, casi rojo, casi ningún color, es todos los colores pero al final es solo tierra, nada de conciencias negras, nubladas, ciegas, yo lo podría recordar a usted y puedo, porque nada vuelve a ser lo mismo.

Dudo ahora de las cortinas, del hombre que me ofrece café, de la mujer que me invita a pasar, veo el sexo rondar, los besos que se han de quedar, y esas ganas de asesinar que abren la puerta y se sientan en el mesón de la cocina...

-Gracias.

Cómo le decía señor, se esfuma la espuma, el dolor se hace viejo y tiene un olor a cigarrillo. Veo el tiempo pasar como si yo fuera Raquél, la mujer de sal que lleva a la diálisis mensual. Uno, esas mujeres se acostumbran.

Ahora estoy enferma, más que del cuerpo, de la cabeza, he ido inventando historias que creo encontrar en libros que no he tenido en la pequeña biblioteca, muchos me dicen adiós pero a ninguno he saludado.

Enfermé, pero si usted no ha llegado para curarme entonces no sé que es saber a las 7, al despertar, como se llama.

-De nada.

Busqué en los poemas de aquella caja roja, la misma que nunca entregué y el papel está humedecido y vestido de luto, sabe de usted pero esta vez aunque nada sea lo mismo, ha venido con su recuerdo y me ha noqueado en el primer round y no hay final, la victoria de esta guerra es mi transparencia.

Su presencia se ve aunque me tenga frente a usted.

Quizá lo único que nunca me mostró ese trozo doblado de papel fue la pista que no hallé -esto no lo he leído yo, otra mujer es el narrado omnisciente- fue descarado hasta el final, no dejó nombre pero si un: "No importa cuantas veces te puedas y te quieras enamorar sino es de la persona que no quieres someter a tu cordura".

-Gracias.

Usted se parece al amor, empieza bien, termina mal, pero nunca se olvida.

lunes, 11 de junio de 2012

Usted vale la pena, cualquier pena...

-I.B-

¡Ya! que me falla la memoria...



Esperando a ser hallada, la encontró…

Escribir un guión de la vida propia se complica. No todas las veces se está en disposición de contarle a cualquier lector que conoces del mundo, algo de aproximación.

Entonces uno se llena de pánico, porque nunca se sabe quien va a leer, con que tono, con que supuesta historia lo relacionarán y al final nada importa.

Ahí estoy yo, afanada en mi casa porque llegué tarde hasta a mi nacimiento, arreglándome el pelo, el pelo que nunca acepté. Corriendo desnuda por mi casa pensando que usar, en como me verá, si creerá que me veo muy seria o excesivamente juvenil, no me gustan las fiestas, y eso no implica que no me guste el licor, pero definitivamente no me gusta el gentío, ni el escándalo, la variación de la música, el exceso, no puedo parecer demasiado juvenil, no lo soy, al menos dentro de la definición de juventud para los jóvenes.

Él es joven, tiene a penas unos veintinoséquenúmerovaacá. Siempre he creído que hasta los 18 se cuenta con exactitud, de ahí para ya todo da lo mismo en algún punto.

Distraída desde el inicio hasta el final, para completar me falla la memoria, me dicen cosas que no debo olvidar y eso parece un indicador para ser lo primero que olvido. Es grave, pero tampoco me muero por saber que es lo que debo tener en mente.

Me termino de arreglar, tengo el pelo perfectamente liso, castaño claro, con un flequillo que jamás tendrá lugar, me pongo el pelo delante de las orejas y dejo que me acaricie la cara ya que el viento frío la ataca.

Tomo un bus que me dejará a dos cuadras de ese lugar, tendré que caminar, eso hará que el rosado de mis cachetes se pueda disimular con el esfuerzo de los pasos aunque sea evidente la cercanía del lugar, 45 minutos en el bus, voy tarde una vez más.

…Si me quiere me va a esperar, si no me espera que se vaya.

La avenida concurrida está ahí, lo de menos es el recorrido pues el inicio es el final, ahí lo veo, sentado en calma, porque es calma y desde ya lo puedo notar. Efectivamente estoy más rosada que un clavel, es ese rosado fuerte que empieza a palidecer, él no sabe que soy yo, por alguna razón se que él es él y ¡demonios! me quedo parada en la esquina de ese almacén esperando tener el valor para acercarme y caer sobre el sin darle oportunidad de revelarse.

Entonces paso la calle, me enfrento a algunos carros que me quieren obstaculizar, bueno, acepto que esto es solo drama para la historia.

Llego a él, como si nada más pudiera pasar lo abrazo con fuerza y no lo dejo decir “hola”, sería entonces lo más común y empezaría a bostezar y todo acabaría como todo acaba ¡no! es excesivamente guapo como para que acabe como si fuera alguien a quién no vería ni en 357 pasos, entonces me da un beso en la mejilla y me invita a sentarme en un lugar en el que todos se sientan, pero no se siente como si todos te invitaran a sentarte en ese lugar, es una cosa extraña, tan extraña que me toma de la mano sin decirme nada.

No cuestiona mi demora, hablamos de personas que poco nos interesan en realidad, pero que introducen bien nuestras vidas...me invita a tomar un café, y pienso que voy a ir al café donde he ido más de no sé cuantas veces. Pero como el error buscando la persona para cometer la equivocación, agarra mis dos pequeñas manos llenas de heridas por una vida que acaricié hasta que me dolió y caminamos en forma vertical, como subiendo al cielo.

Ahí, justo ahí donde el semáforo parte la ciudad, la ciudad misma cambia, deja de ser agitada y esparce un aire de tranquilidad, no puede ser diferente estar con una persona que me acaricia las pestañas con cada suspiro que da, cada que se ahoga. Hace comentarios sobre animales, comida, actitudes que no puede tolerar, de vez en cuando me roba una sonrisa y no puedo dejar de pensar que lo quiero para mi vida, bueno para mi vida no, en mi vida suena mejor…

Es extraño, todo es extraño, una luz naranja se posa sobre el lugar, una luz tan naranja que no puedo grabar su color de piel original, toda la tarde es confusa, no he visto la hora una sola vez y no quiero verla porque de nada sirve.

No puedo crear largos párrafos al describir la sencillez de un encuentro que no parece fugaz, porque si algo se disfraza de eternidad, sencillamente no puedes contárselo al mundo porque es demasiado inmenso para las letras, y estas son finitas y concretas. Como las matemáticas hechas poesía, pensando en la métrica, en la cantidad de sílabas.

Estamos ahí, él y yo, en un café y en una frase juntos y también separados.

…Debo recordar que mi vida tiene compromisos y que la libertad es utopía.

Nos dirigimos a la caja del lugar, pide un capuccino y pido un latte, de esos que solo se toman a las seis de la tarde; el problema es que no sé si son las seis. Con las uñas cortas y trozos de dedos nerviosos congelados por la impasible Bogotá, golpeo la mesa intentado crear un ritmo para la conversación.

…Fracaso.

Como si hubiéramos invocado un motivo para acercarnos un poco más sin levantar sospechas, caen gotas oliendo a humedad, las personas corren como hormigas cuando acaba la primavera, las calles parecen un mar, al menos un río de ciudad, los árboles rugen siendo la autoridad, el viento es fuerte y golpea, tiene instinto protector y entonces corre su silla esperando a ser golpeado, asustado, humedecido, ahuyentado él, anteponiendo todo su ser por verme bien, entonces es demasiado tarde…

He permitido que entre, que llegue a lo que soy, si tenía un espacio ahora era nuestro. El café se está enfriando y no hay nada más puto que un café frío cuando hace frío, si eso ha de suceder, tendré que buscar un beso, calidez, no puedo morir de frío, de un golpe, de depresión pero de frío no… pero debo recordar que mi vida tiene compromisos y que la libertad es utopía.

-Lo siento.

-No hay porqué.

Aparece un perro que nos da a las rodillas, los dos rondamos el metro con setenta centímetros, se llama Facundo y su dueña no parece ser de acá, en este momento nada es de acá, ni esa mujer, ni Facundo, ni el café, ni el aguacero que está por caer y mucho menos él.

Así que hacemos una pausa en tanto antojo de dos y acariciamos el perro pensando que algo va a cambiar, lo que no sabemos aún en ese segundo antes de que sea futuro es que por el contrario, mi mano se va a rozar con la de él y vamos a saber que tenemos la piel suave, los dos y que hace mucho no nos acaricia alguien con ganas de amor.

Todo es más grave que lo que estoy narrando…

Nos podemos enamorar, soy una visionaria. Es grave, estamos totalmente comprometidos. Él con su vida llena de por menores como me lo ha contado mientras se enfría Bogotá y yo con mis compromisos con los que parezco una mujer de más de 50.

La mujer obtiene su café, se marcha con Facundo el marrón y volvemos a quedar solos con un cubo de hielo entre los dedos, como si estuviéramos abrazando un iceberg o fuéramos esquimales.

Como cuando me invitó a salir, vuelve a llenarse de valor es un guerrero, uno de esos que se enfrenta hasta con el miedo y decide acercarse mas, yo sé que está mal pues no he dejado de ver su boca una sola milésima. Tenemos algo en común, el tono de los cachetes y el tono de sus labios; son claveles que no han sido sembrados. Tienen forma de corazón, la línea que los contiene está perfectamente delineada como si fuera un territorio que tiene fronteras, en el que nadie entra. Al final de cada frase los humedece como hidratando las palabras con las que me va a mojar, y sus dientes un poco desviados de la vida misma no le incomodan. Cuando siente nervios aprieta con fuerza lo que no debe decir, lo sujeta para que no me vaya a empujar, pues conoce el poder de cada sílaba.

…Se está acercando y yo solo les puedo contar a ustedes esta historia ¡diablos!.

…Se acercó.

Me ha acorralado en el lugar donde quiero estar acorralada, tiene sus ojos sobre mí, me dice que tengo ojos grandes y redondos, de esos que ha visto ya pero no del color en el que se hunden los que me han dado, me toca la cara, se acerca más. Tengo miedo, pero no soy capaz de levantarme de la mesa, ni siquiera de correrme hacia atrás.

Tengo claro que no voy a dejar que me bese, lo tengo claro ya, pero solo quiero que me sienta un poco cerca. No es pecado ¿verdad?, si lo es ahórrense las explicaciones, la moral y todos esos cuentos que no me han visto nerviosa desde años atrás.

Hace frío, la ciudad está colérica y no se calma, la ciudad es una persona, tiene actitudes de ser, y por eso hay que hablar de ella como un ser común y corriente que también tiene mini-habitantes.

Ahora mi pelo liso, ese que me arreglé para que no pensara que soy una mujer abandonada es acariciado por el viento y la furia de ella, de esa ella de la que ya les hablé. Se interpone entonces entre los dos, porque yo no tengo motivo aparente para dejarlo. Seguimos hablando de cosas que no recuerdo bien, pero sé que no era nada importante, debería recordarlo pero no tengo memoria, algo falla en mí, solo puedo recordar cosas que relaciono bajo el color y sensaciones que ya he vivido…

Estamos a cuatro centímetros de cada uno, el café va a terminar, no puedo siquiera saber en que momento lo bebí, ni en que momento decidí dejarlo ahí. Él también sabe que no me va a besar, creo que me respeta. Sonrío porque lo acabo de descifrar, y ¿no les ha pasado que sienten que los órganos están danzando? bien, si no les pasó tampoco me importa, en serio.

Sé que el páncreas estaba a punto de colapsar, igual los riñones, la vesícula, el corazón y el hígado.

Siento la poca piel que se puede tocar en su cara, paso por sus cachetes con mi barbilla y sonrío con la mitad de la cara…me puede besar, pero no lo hará. Quiero creer ahora que me respeta y eso conlleva a que me quiera. Entonces con un gesto suave, digno de él, de un él y yo, junta su nariz con la mía, y así su frente con la mía, y así su mano izquierda con mi mano izquierda sobre mi pierna, suspira y despega todo en menos de dos segundos pensando que se irá, que nada vale la pena…

Corre su silla de metal con detalles ocres hacía atrás, golpea la mesa y me abraza… como si nada pasara.

Se me escapa una carcajada y no lo puedo creer, ya voy a cumplir 20 y me siento de 10. Recibe una llamada y se tiene que marchar. Como si Bogotá se indignara por su ausencia finalmente libera el aguacero que habíamos esperado horas atrás, la luz naranja sigue incesante y penetrante en las calles suaves, milagrosamente o instintivamente tengo una sombrilla que le muestro diciéndole que se va a mojar, porque evidentemente esta noche no va a dormir en mi casa…

Me responde que lo van a recoger y por eso mismo yo voy a sentir más frío que él, y siento una nostalgia que no me abrumaba desde que Romelia no ha querido volver.

Entonces llegan por él, abro la sombrilla para recordarle que soy más propensa al helaje. Alguien nos observa desde el carro gris, a él le deja de importar, tiemblo no sé si de frío o de nervios, pero da igual, tiemblo y él se toma su tiempo para ver mi metro sesenta y ocho y abrazarme en la inmensidad.

Me quedo estupefacta mientras me dice “avísame cuando llegues a casa” y camina ignorando todo lo que no soy yo, tiene un detrás ingenioso, uno que produce curiosidad y entonces se marcha…

Asoma su cara, lo alcanzo a ver por la ventana...esta vez tampoco puedo identificar su color de piel, estoy perdida, si lo veo en la calle lo podría confundir, el color de piel es determinante, nadie tiene sus marcas, su color ¡maldita sea! no sé si me quiere volver a ver, y si no lo vuelvo a ver no lo podría reconocer ni para decir “ahí va, pero mejor me quedo aquí sentada”, es frustrante pero no pasa nada…

Se ha ido ya, estoy con mi sombrilla de rayas rojas y blancas parada esperando síntomas de gripa o de algo que me haga sentir viva, he vuelvo a mi realidad, debo recordar que mi vida tiene compromisos y que la libertad es utopía.

…No sé si estoy intrigada, solo no me acostumbro a estar abandonada y a vivir sola como una mujer acompañada.

jueves, 31 de mayo de 2012

Confieso


Confieso que me encanta todo de usted, que lo quiero y que irrumpe en el tiempo, en mi tiempo como si fuera la pila que no quiere correr. Confieso que su mirada me transporta a los 70, donde no tengo nada que perder y puedo amarlo hasta que me fatigue. Confieso que su sonrisa es mi idioma universal, que la llevo marcada en mi expresión y que si usted es una confesión, funciona como mi verdadero pensamiento. Confieso que conozco cada detalle de usted, que lo he visto por horas mientras se recuesta en el prado verde, que mientras estamos sentados en las bancas de la fría Bogotá, el sol crea sombras exactas en su cara. Confieso que mido su forma de respirar, que dos palabras al oído son suficientes para cambiar el rumbo de su vida.

Confieso que la poca memoria que me queda de esta joven vejez, le pertenece. Confieso que disfruto su olor natural, que mis pequeñas manos pueden hacer parte de su espalda sin un esfuerzo mayor, que el de dejarle caricias en su cuerpo. Confieso que he notado como nos ven los transeúntes de esta opaca ciudad, y también confieso que se les llenan los ojos de alegría. Confieso que su voz genera sensaciones nunca antes conocidas en mis mundos, que a las once de la noche es perjudicial una verdad, le confieso a usted que no puedo descansar en su ausencia.

Confieso que mis libretas están llenas de relatos que lo contienen a usted en pequeñas letras, pausas y finales. Confieso que lo he aprendido a dibujar, y también le confieso que puedo ponerle los colores a mi antojo y no me equivocaría. Confieso que me fascina su forma de sorprender, como se sorprende cuando no me conoce, confieso que le tengo miedo y aún así me entrego cada noche. Confieso que cada confesión está llena de temor, que es una amenaza para mis promesas, que no me quiero faltar, confieso que por usted puedo cumplirlas y que siempre hace falta en esta vida.

Confieso que en mi no es una necesidad, que tampoco es un capricho y que si es ganas de trascendencia. Confieso que mis aretes solo se caen para que usted se incline y al levantarse pase a dejarme un beso de esos que me inquietan. Confieso que mis caderas son recorridas por usted cada que el agua reemplaza su presencia, y le confieso también que usted es mi excusa a la hora de justificarme. Confieso que sus manos en mi pelo no son unas forasteras más, confieso que descifro sus intenciones y me callo para sentirlas.

Confieso que sé que esto va a terminar bien, confieso que ni siquiera sé si va a terminar, que no se cuando empezó, que no sé nada y no me interesa. Confieso que su instinto de protección es único en el mundo, confieso que me gusta como articula sus dientes en cada mordisco, confieso que como sus frases espontáneas no hay dos, confieso que me he confesado con usted en cada abrazo.

Confieso que usted es el plan, y confieso con temor que usted también es el error, la solución, el grito a media confusión. Confieso que usted es el frío, el invierno, la calidez, como si llegara a casa cada mañana, cada tarde y cada noche. Confieso que usted se ve bien cuando camina viendo al suelo, como buscándome. 

Confieso que usted es la recopilación de las expresiones que hablan por sus propios medios. Confieso que me inquieta su forma de disimular, confieso que admiro su resistencia. Sé que todo esto está de más, que usted de una u otra manera sabe la verdad, pero también le confieso que cada día deseo la temperatura de su alma, de su vida. Confieso que lucho por todo esto que parece un imposible que es más posible que cualquier otra realidad. Finalmente y sin darle más vueltas a este asunto que solo le compete a estas ganas de ser más...

Le confieso que hasta mis guerras internas, necesitan ser estrategia.

lunes, 14 de mayo de 2012

Rescatándola...


Aunque triste se hacía sentir, la extrañaba. Sin ella nada era igual, sin su dulzura, sin su color. 

Había cosas que me recordaban la melancolía que le causaba amanecer. No era complicada, era extremadamente sensible y se había pronunciado ante el mundo ya. 

Al menos era decidida...

Arder



El valor de las consecuencias no lo otorgas vos. 
Como tampoco le otorgas valor al amor, ni al olvido. 

Si no estas dispuesto a luchar, no te disfraces de guerrero, 
ni conozcas personas que te pueden matar.

No te arriesgues, ni vivas. 
No pretendas encontrar, no te convenzas. 

Si no le otorgas valor a las consecuencias déjate, 
déjalos ser, desaparece y vívete.

jueves, 3 de mayo de 2012

Esta noche...





Esta noche quisiera tener un bono de verdad sin consecuencias, quiero ver a muchas personas a los ojos y decirles que las odio de buena y mala forma, quiero sacar todo esto que estoy somatizando en una bronquitis, descansar.

Esta noche quiero poder dormir con él, quiero que haga más frío que cualquier noche, esta noche le quiero recitar un poema con suspiros en la espalda, esta noche quiero ser de él, con él, esta noche quiero que sea noche y no incertidumbre, ni dolor, solo quiero que sea un tiempo.


Esta noche quiero que ella me diga porque está inundada, tan inundada que no me puede hablar, esta noche quiero darle a ella respiración boca, boca, no porque la quiera besar, sino porque la quiero ayudar a regresar a la vida.

Esta noche quiero ver los ojos de mi mamá, quiero sentir los brazos de mi papá, y quiero recordar porque la vida me puso en mi familia.

Esta noche quiero ser yo, volver a ser yo, seguir siendo yo. Esta noche quiero habitar otro mundo donde nadie se conozca y donde todos sean mudos.

Esta noche quiero dejar de tener nombre, no quiero ser pronombre, palabra, sustancia, esta noche no quiero nada.

Esta noche quiero que usted escriba una justificación, que le permita amanecer conmigo.Esta noche quiero que duerma en mis caderas, que no pueda respirar, esta noche quiero que usted se muera en mis bragas.

Esta noche quiero que usted sea la última vez, esta noche lo quiero volver a ver, esta noche quiero que usted sea el libro que no terminaré. 

Esta noche quiero desconfiar, esta noche me pienso marchar, esta noche es una carta,
una despedida...

martes, 1 de mayo de 2012

Él es, y así se vive




Él tiene los ojos redondos, conoce sus manos a la perfección, tiene el cuello largo, los labios cansados, secos y rosados. Tiene los pómulos marcados, el abdomen para recostarme y perder, un par de huesos en la cadera irresistibles.

Él viste de tonos oscuros, camina derecho, pausado y sin afán. No es mío, es conmigo y me acompaña, me apoya, me escucha, me entrelaza la mirada y me lleva a conocer en cada encuentro de nervios un lugar. Suele impresionarse con facilidad, sonreír cuando el sol le está pegando en la cara, le gusta verme contrastar con el pasto y con el cielo gris, ese él es inevitable y sensible.

Lee sobre tesoros, misterios, trasnocha y le cuesta la ansiedad. Mide las consecuencias, aunque poco le importan. Me besa cuando no me lo espero, y eso tampoco le importa. No le importan mis razones, ni mis miedos, solo me hace vivirlos y olvidarlos a la vez, ese él es irreprochable.

Ese él es color, está en tantas canciones que me hace llorar de felicidad. Lo encuentro en los idiomas, y en las cosas que siempre había visto en las películas, en esas que me retorcían la existencia y la mierda de la cabeza.

Él es muchas palabras, tantas que no se las podría escribir aquí, es bendición, es la imagen de Dios en mi caos, es ingenuidad, es calma, paz, es locura, pasión, camino, es hogar, calidez, es recoveco, es salida, es profundidad, es incógnita, es respuesta, es probabilidad. 

Él es y así se vive...



lunes, 30 de abril de 2012

Excusas



Una excusa es una motivación, solo que los seres humanos somos tan duales y tan complicados, que todo tenemos que dividirlo entre lo bueno y lo malo. Pero dime tú si acaso cuando te quieres quedar no buscas una motivación, y así mismo una excusa para hacerlo... 

Es raro, como todo lo que tiene que ver con cosas de dos, o más -nunca nada es más complicado que las cosas de uno, pero esa es otra historia- y sin embargo le siguen buscando justificación a los impulsos. Al querer verte una vez más, al querer pasar noches enteras midiendo tu resistencia con la boca y las caderas. Al querer ser parte de vos, al estar pensando en un nombre para cuando me tenga que reprochar la situación. Todos estamos locos.

Mi excusa es que no había visto unos ojos tan redondos, aunque haya otros. Y que me fijo en tu boca más que en tu ropa. Mi excusa es que te me estás filtrando por la piel, y que deseo quedarme.

Mi excusa es que quiero estar contigo y que quiero que quieras estar conmigo. Mi excusa es que no eres un problema y mucho menos una dependencia. Mi excusa es que no sé cuando te empecé a querer y por eso eres incomprensible.

Mi excusa es que se me están acabando las excusas, que no tenemos tiempo para compartir y que por lo mismo aprovecho cada cosa de ti. Mi excusa es que tus labios tienen forma de corazón, y que tienes el cuello largo que siempre me ha gustado.

Mi excusa es que lees libros de tesoros y que adoras el campo. Mi excusa es que sabes tocar guitarra, que tienes las manos largas y que esperas la noche de forma calmada. Mi excusa es que no disfrutas llamar a alguien "amor". Mi excusa es que no te sientes lejos.

Mi excusa es que confías, que hablas con propiedad, pero de mi no te apropias. Mi excusa es que eres libre y que ríes con intensidad. Mi excusa es que sabes besar, y que me estás consumiendo, pero no me acabas. 

Mi excusa es que validas el tiempo, y que no revelas donde perdiste el miedo. Mi excusa es que para cada encuentro compro nervios, que ya no sé donde esconderme y que tampoco me quiero esconder.

Mi excusa es que eres palabra y que te dejas transformar en versos y en hogar. Mi excusa es que te pareces a la felicidad que experimenté alguna vez. Mi excusa es que sabes hacerme el amor sin tocarme.

Mi excusa es que tengo excusas para todo lo que quiero hacer, y que nunca vas a saber lo que quiero hacer con vos. Mi excusa es que guardo secretos y que quiero contártelos, pero despacio. Mi excusa es que sin ti ya nada sería igual. Mi excusa es mi excusa y a ti no te importa.

Mi excusa es que ya no puedo alterar el orden del destino. Mi excusa es que no me quiero ir en contra de Dios. Mi excusa es que como tú no quiero encontrar otro.

Mi excusa es que me canso y a lo mejor, no quiero tener una excusa para que estemos sin esto.

...La excusa más importante, es que te adoro, es que te quiero.

miércoles, 25 de abril de 2012

La mitad de las cosas





Había una vez una niña que se sentaba todos los días en la misma esquina...

A las 4 de la tarde siempre pasaba la misma anciana con cara de brava, diferentes niños que nunca le querían hablar y una señora que siempre le sonreía como si la conociera. 

De repente un día se sentó en otra esquina...

Conoció una nueva anciana, esta si sonreía, niños que hablaban y una señora que ya nunca más sonrío. Ahí se dio cuenta que los niños hablaban a media voz, que la señora fingía felicidad y que la anciana tenía un problema de expresión. 

En ese momento entendió que la otra mitad de las cosas, no siempre refleja lo mismo.

viernes, 6 de abril de 2012


Llega un momento en el que no quieres corresponder,
pero ya le correspondes a alguien...

Otro segundo




Te sientas en ese sofá, siendo una dicotomía con pelo, ojos, boca y sonrisa. Sobre la sala no hay algo más que las gotas en contacto con un vaso que no tocarás porque has llegado decidida a pronunciar tus últimas palabras... 

Último, debería ser el sinónimo de 'inicio' o algo así, porque cada que alguien se va, vuelve como si alguien le hubiera dicho "vete para que vuelvas". La gente debería leer un diccionario, y saber para que se usan las palabras y para que no hay palabras, y así la humanidad se ahorraría tanta contradicción, tanta ilusión de helio y tanto disgusto. Por ejemplo, tanta visita formal, para decirme en una rabieta más que no me quieres volver a ver, que de mi no quieres nada, para irte a llorar a tu casa, para que después me llames mientras aún tienes shampoo en la cabeza y vuelvas a pronunciar "de ti lo quiero todo" y me cuelgues y le pongas agua de tu cabeza a la tinta fresca y todo vuelva a empezar, y como todo este párrafo no tenga comas sino que toda la historia sea una constante llena de variación, que al final termina en besos.

Es grave, y a ti te parece normal, eso es lo más grave de este asunto que me abruma como la niebla del parque central cuando el termómetro marca 6, y yo salgo a beber té.

Si tu problema fuera un amor, entonces conseguirías otro. Saldrías a un parque, con los 3 libros que crees que tienen la capacidad de pasear, y de la nada le preguntarías a alguien si tiene candela o si te puede prestar algo con que hacer un separador -ya que las hojas de los árboles manchan la impresión- y tendrías el pretexto perfecto para entablar una conversación, pero no, ese no es tu problema y todos lo sabemos. 

Si tu problema fuera la inconformidad, visitarías más lugares, harías parte de algo donde a lo mejor te pudieras hallar, tendrías amigos, decidirías confiar en la gente y así tendrías convenciones sanas que te ayudarían a sentirte plena y te ayudaran a llevar una vida en paz, pero no, ese tampoco ese es tu problema y eso pocos lo sabemos, porque de ti misma no sabes ni vos.

Si tu problema fuera el dolor, basarías tu mundo entre paliativos o soluciones de raíz, pero estarías sedienta de plenitud, de aire fresco, de sensación, le encontrarías médicos a la vida que te toco vivir, saborearías la poesía, la música, la caligrafía, la pintura, la oratoria, algo para que esto se hiciera menos puto, serias alcohólica, adicta a algo que te diera instantes de felicidad, pero no, ese tampoco ese es tu problema y eso lo se yo, que intenté ser paliativo, solución, agua, aire, sensación, medico, vida, poesía, música y todo lo que nombré por nosotros.

Si tu problema fuera ser, serías, harías el esfuerzo, habitarías una lucha, sellarías una guerra o te ahogarías en un valle de excusas y promesas, te vestirías y te arreglarías para ir a pretender con los demás, o no harías nada de eso para que los demás te dieran una mirada y fueras el miedo andante, una especie de demonio que nunca aprendió lo convencional y serías, pero ese no es tu problema y eso lo sabes vos, que todos los días estas encerrada llorándole a un mundo que no te escucha porque eres muda desde la boca, hasta el cuerpo, hasta la mente, hasta el corazón y tus lágrimas analfabetas a nadie le cuentan historias en verano, y mucho menos en invierno cuando hace mas frío que en tus ojos.

Si tu problema fuera yo, dejarías de tomarme fotos y dejarías de coleccionar los momentos tediosos, dejarías de pensar que la vida es una cámara acompañada de la posición fetal y dejarías de tener como excusa mis visitas para recordar el día, el mes, el año, la hora, los sucesos de afuera. Dejarías de rayar las paredes con cada frase que pronuncio para verte de pie, y dejarías de dejarme mensajes en los cubiertos, en el yogurth, en el cepillo de dientes, en el jabón, y me hablarías para decirme algo que no fuera adiós, y yo empezaría a funcionar contigo, pero no, ese no es tu problema y eso lo siente este amor.

Si tuvieras problemas, tan solo te verías como una persona normal, estudiarías algo y harías teorías para ponerle fin o para continuar con tu pena sigilosa y delicada, pero no, es que nada te da la gana porque mientras yo me pregunto cual es tu problema y supongo cual seria tu reacción, tu estas esperando a que yo sea el viento que te de otro segundo.

martes, 27 de marzo de 2012

De los pasados que no acabaron


Me siento en la mitad de una tarde de verano en la que extrañamente llueve, cultivando una vejez que por lo visto se demorará, pero que atrae los suficientes viejos para enfermar de edad, para olvidar las excusas...

Me siento sobre un pájaro que ya no vuelva más, y todo lo que espero es recordar exactamente las líneas de tu boca. Sobre mi pelo se posa el sol, y me quema fuerte, fuerte, fuerte, fuerte como me quemas vos que sos sol aparentemente.

¡Escapémonos! te digo con fervor, confiando en que tu partida la visualizas conmigo, y sentados al son de Artichoke te consiento los cachetes pronunciados que te regalaron al nacer, y te beso las orejas y me pides un beso más fuerte y sincero allá, donde nadie más se acerca.

Sabes que te conozco bien, porque ya hemos nadado en la porquería que queda después de que el amor está por acabar, y aún entre tanto conocemos el camino a casa. Y aunque nieve y todo sea un desierto sin compasión, llegamos al sofá amarillo, porque no podría tener otro color, ni otro olor después de que me miras y pestañeas como si hicieras ejercicio con los ojos.

...Horas enteras descansando en lo que somos.

Ya es una costumbre sentarme a hablar con la soledad, son pocos los días como estos en los que tengo tiempo para escapar, y llevarme de los brazos a la fuerza allá donde está la felicidad, pero la vida es fuerte y me has hecho heroína, héroe y la puedo abandonar... vamos a luchar contra el olvido y la justificación. Estas tú, estoy yo y nuestro ejercito espera fundirse con el dolor de un pueblo que nos ve, y que nada entiende, como el pueblo real, que oye pero no escucha, que ve pero no observa...

Mientras tanto en un rincón de la habitación, los escritorios tenían monstruos dentro, signos y tintas con un fin perjudicial que pronto no me permitían sentarme a justificar mis actos en letras, letras que a lo mejor alguien leería con otro ritmo, con otras penas. Y yo me asustaba y sentía que no estaba conjugando bien, pero como iba a conjugar si ni siquiera sabía a que tiempo pertenecía.

...Cuando respiras esto, todo esto que tú, que sabes quién eres, sabes que es, tiene sentido y está próximo a existir si se lo permites.

Lo confieso, está bien, de nada me sirve vivir con más secretos si ni siquiera conoces lo que es, cada vez que lloraste por mí te tuve entre mis brazos y no te solté, porque aunque no te amé, te quise y eso era lo ideal, no llegar a hacerte daño y que no tuvieras que esconderte de mi cara cuando fabricaras paso a paso otra realidad, y llegaras a otra vida y sonrieras como la niña que nunca te dejé ser. Y si no te describo es porque solo logro recordar, y no me aproximo, y si me aproximo no quiero amanecer en tu cama... ten piedad.

...No es algo más que otra súplica que queda en medio de tus senos y que no se va con el agua, no es algo más que otra manzana podrida devuelta por tu intuición, no es algo más que ese licor ahogado por las lágrimas y tus sollozos, es un hasta pronto cuando quieres decir adiós, y te tiemblan los labios de pánico.

...Por las venas me corre sangre de cristal
y me corta, y no dejo de sangrar
y por eso es que les digo que tengo la vida herida
pero ustedes me creen loca
¡que tristeza!, loca ella.

Y aunque...


Y aunque pudiera escoger otro lugar,
Otro estudio donde hacer el amor,
Otro sofá donde encontrar el recoveco perfecto,
Otra regadera donde sentir la pasión,
Cualquier otra terraza donde pedir deseos...

Y aunque pudiera tener otra razón,

No quiero una que no sean tus manos,
Tus besos, tus versos, tus ojos...

Y aunque pudiera tener otra sensación,

No quiero el miedo que no sea nuestro,
No quiero la suavidad de otras manos,
Los nervios de otro encuentro...

Y aunque pudiera tener otro amor,

No quiero uno que no sea el libre,
El terco, el testarudo, el que no tiene remedio...

Y aunque pudiera tener otro reproche,

No quiero uno que no sea el de tu lugar,
El de tu compañía,
El de tu noche,
El de tu dolor...

Y aunque pudiera tener otro dolor,

No quiero uno que no tenga tu nombre,
Que no posea tus apellidos,
Que no posea tu perseverancia por entender,
No quiero uno que no me diga "siempre"
Y que se vaya siendo "nunca" y presente...

lunes, 26 de marzo de 2012

Abismos



Porque eres ave que girando en rebeldía
desafía la bruma
                                     la ardua noche
haciéndola más honda y más oscura
y más inmenso el mar
                                     porque eres nave y náufrago a la vez
                                     sin velas y sin anclas
                                     solitario
                                     profanador de todos los confines
potro de sombras desbocado y dulce
para la libertad
                                     y el cielo galopante
hecho de vientos y hecho de huracanes
y sin embargo calmo como el agua
de misteriosos y profundos lagos
                                     porque extraviado pero indiferente
                                     como un rey agraviado deambulas
                                     por los caminos de un imperio en ruinas
                                     porque eres un reloj sin manecillas
                                     un bello loto sobre los pantanos
porque te vi sonriendo en tus orillas
                    cayendo voy
                    errática y ardida
en tus oscuros mundos abismales.



"Círculo y Ceniza"
Piedad Bonnett