martes, 25 de marzo de 2014

"Liberadas desarregladas" vs. "eternas esclavas"

 


Cada mañana despierto pensando que peinado voy a hacerme, si voy a usar este u otro collar, si el clima amaneció para usar ese vestido que me muero por ver en mi cuerpo o ese pantalón que me hace sentir tan cómoda y única.

Cada mañana en el otro extremo del mundo hay alguien que se pone lo primero que encuentra y sale con el pelo húmedo porque le gusta como a mí, sentirse así, como ella quiere vivir.

El cliché de mujer libre y desarreglada vale, pero también hay mujeres libres como yo, que amamos sonreír al vernos, porque nos gusta lo que vemos. He hecho cada cosa que me he propuesto hacer, he trabajado en lo que he querido, he estado con los hombres que he querido estar, he coqueteado arreglada y desarreglada después de horas de fiesta y soy libre a mi manera.

Nadie ha podido callarme, ni cambiar mis valores, ni cuestionar mis obras con cada persona que lo ha necesitado, intento vivir y dejar vivir... hasta a los Uribistas.

Ser lo que soy no me hace menos que una "liberada desarreglada", mis pequeños placeres no son montar en bicicleta y recostarme en el pasto, son ver que tengo tantas facetas como quiero y que logro cada cosa que me propongo: bajar de kilos, no comerme esa dona porque tengo tanta voluntad como me da la gana, vencer el dolor de los tacones, disfrutar la comodidad de los tennis, sufrir el dilema de ancho o ajustado, largo o corto, color o sobrio. Todo, sobre estos 65 kilos y esta talla 12 que he aprendido a llevar con dignidad en la proporción justa y el estampado correcto. 

Amo trabajar para vestirme bien, comer, comprar, viajar a ver a mis papás, no tener que pedirles nada, estudiar las cosas que me gustan, que me pregunten donde compré esto y lo otro, vivir para emocionarme cuando mi papá ve a su niña vestida como siempre la soñó. Todo es cuestión de perspectiva, y solo yo decido si es una inversión o un gasto. Eso me da libertad y la disfruto como nada.

Me gustan mis gordos, mis caderas anchas, mis senos chiquitos, mis brazos de tía, mi pelo ondulado los fines de semana, disfruto ponerme un pantalón cuando no me quiero depilar (supongo que en esto no somos tan diferentes con las "liberadas"), me gusta escuchar de la boca de mi novio lo linda que me veo recién levantada y con el pelo sució, pero también me gusta escuchar lo linda que me veo cuando me arreglo.

Vivir como cada quien quiere vivir está perfecto, no hay necesidad de que esté "bien" o "mal". Cada extremo es perjudicial, cada día que pasas diciéndole a alguien como vivir a tu manera te hace un dictador cotidiano, no soy mejor que la que decide tener hijos por no querer tenerlos, ni merezco algo más por tinturar mi pelo sin falta cada 20 días. 

Uno no vive para que alguien lo quiera, pero cuando quiere, descubre otra forma de experimentar esta existencia, y la misma situación se repite con cada cosa, con los gustos, los gastos y los "lujos"... uno no vive en función de algo o alguien más, a veces hay cosas que uno disfruta con uno y para uno y ¿cuál es el problema?

Comprar en almacenes de marca, y en las tiendas de segunda de Marly no me ha impedido dejar de pensar, ejercer mi profesión, investigar, tener posiciones claras frente a las cosas. Amar la plancha, los labiales y los blogs de moda no me ha detenido para ser ambiciosa con mi vida, para ser una luchadora de la vida con la que sueño (y ya tengo), ni para rodearme de otras vidas que hacen que cada día valga la pena.

Por eso sin importar que sean, amo a mis amigas desarregladas, a mis amigos radicales, veganos, straight edge, pro-vida, pro-aborto, modelos, cristianos, músicos, artistas, ejecutivos, diseñadores, pero sobre todo quiero y respeto profundamente a mi hermana que disfruta sus crespos y su "bollito" en el pelo, sus mochilas y la ropa sin planchar, esa misma con la que también disfrutamos hacernos ondas, pintarnos los ojos y vernos lindas porque sí... amo la vida y su diversidad (aunque algunos estilos me perturben), sin embargo las "liberadas desarregladas" deberían dejar de ser tan extremistas, porque están mas presas de sus prejuicios que nosotras las "eternas esclavas".

lunes, 10 de marzo de 2014

Miedos de ayer y mañana...




El miedo me da miedo, y no es para menos pues estoy hecha de ellos; el que le tengo a las mentiras, a los bichos, al sobrepeso, a la muerte de mis papás, al cáncer, a las drogas, a despertarme y no acordarme de quién soy, el que le tengo a los aeropuertos, a los lugares que no conozco, a los ascensores cuando se traban, a no hacer nada importante con mi vida, a que un día llegue y seas feliz con alguien más...

Le tengo miedo a la vida y es un miedo que no se va.

Me llené de todos los que mucha gente no tiene. Y no me molesta, y no me alegra y no me satisface, solo vivo con eso, y ya.

Últimamente me llené de miedo a tenerte y a que me dejes. Estas semanas que hemos estado lejos me he esmerado por hacer todo sola por si algún día te me vas. Tú me dices que no va a pasar pero es una probabilidad, y paradójicamente la probabilidad es lo único seguro en esta vida.

Ya no quiero que tajes rectico el pan, ni que me hagas chocolate con masmelos, ni que me apagues la luz cuando me vaya a acostar... al final voy a tener que aprender a tener pulso, voy a terminar tomando yogurth y me va a tocar comprar una linterna porque le vas a hacer mucha falta a esta oscuridad si no vuelves a esta cama.

Avísame si te vas para comprar una lámpara, pan tajado y un tiquete para enfrentar el miedo que me hace temblar: una vida en tu ausencia.