jueves, 22 de julio de 2010

De la verde mar...


Me encontraba sentada ahí, visualizando tus pasos... el asfalto estaba helado, y yo, sola, empapada y tiritando mientras tu merodeabas el sentir, yo mientras tanto olía el mar, y probaba la arena de aquella carretera... siempre lo hago, pero aquella tenia un sabor tan particular, encontré al ruiseñor que cantaba al ritmo de la carrilera del tren que no se encontraba muy lejos, como siempre en mi camino apareció un pájaro amarillo, y sin mas que decir en este hermoso pero temido paisaje (por el peligro a enamorarme) apareció aquel pescador, el soplaba niebla, y me atraía con la mirada.

Esos ojos eran cautivantes, grandes, expresivos, tenían un tono miel, como entre un degradado de naranjas y unos amarillos opacos... tenía una boca grande, pronunciada... y sentado ahí, viendo que alma pescaba, con que ráfaga de viento conversaba, o a quién casaba en esa red, me vio... yo volteé mi cara (tenía pena se dio cuenta que llevaba tiempo observándolo) y me hizo con ese pequeño dedito una seña de que fuera allí...

Accedí, me senté a su lado, sin preguntarle dijo que se llamaba 'Eve', sin pronunciar palabra alguna dijo que mis ojos le cautivaban la mente, hizo un jueguito con las manos en el que finalmente se quedo con mi dedo pequeño de la mano izquierda, reía a carcajadas y yo sonreía inocentemente, me dio una galleta y me dijo que el tráfico estaba pesado en el mar verde, que tenía los pasos sucios y que así no me dejarían subir al bus, entonces me invito a su canoa, era rustica, amplia, me pude recostar, Eve me llevaría a casa... 

En el lado izquierdo de ella, de la canoa venía un banco de pececitos violeta recitando canciones del ayer, y en el lado derecho había estrellas titilando como luciérnagas, el cogió una y la puso en mis ojos, dijo que ahora tendría luz propia para brillar, entonces pulió mis pupilas y me dijo que tenia un bonito mundo por conocer, sonrió, señalo con su dedo al cielo, allá estaba la nube amarilla que por tanto tiempo había esperado ver desde niña, le comenté que aquella nube era donde me sentaba a pensar sobre mi vida, que cuando grande quería trabajar con los ancianos, que quería sentir los pasos lentos, la satisfacción de ver el camino, el valor de aceptar y no lamentar, que amaba la leche caliente, los gatos de rayas verdes y las risas contagiosas pero no duraderas, que al recordarla desde mi ventana a eso de los 6 más o menos me salían pequeñas lágrimas de felicidad sin explicación, y que allá me sentaba a pescar sueños, almas o realidades sin voz.

Cuando voltee, me puse muy triste, Eve ya no estaba, se había marchado en mi recuerdo, aquel pescador busco a mi lado la felicidad, se marcho para recordarme pero ya no estaría para hilar mis palabras, ahora era una misión, mi misión buscar camino, seguir ensuciando mis pasos, volar cuando se cree que se camina, caminar cuando se cree que se vuela y hacer castillos de arena junto a su risa contagiosa pero no duradera.

PDTA: ¡Tienen que saber esto! recuerdo que Eve dijo con esa voz gruesa pero profundamente aguda en un no sé que sentimiento tan tranquilo, tan complejo... "se feliz pequeña, se feliz"... siempre que miro la luna en noches de Enero, Marzo, Mayo, Julio, Septiembre y Noviembre tengo trece pensamientos, trece letras o trece lágrimas sinceras. Eve había marcado mi vida, se había quedado en los granos de arena y ahora me recordaba siempre que yo era un alma volátil, etérea, inestable pero perdurable. Era, fue y será Eve de la verde mar.

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