viernes, 9 de diciembre de 2011

Amanda, ama y anda...





Al empezar un nuevo día (por lo general se despertaba a eso de las 12:30) se fumaba un cigarrillo en la ventana, aún olía a él y le encantaba pasarse las manos por la nariz y sonreír porque las locuras eran todo lo que podían describir esa vida que había decidido llevar, pretender cada mañana y destaparse cuando él la acompañaba en la cama ¡que delicia!...

El pelo si al caso le tapaba los pezones y se encorvaba para que el frío no se le posara en el espacio donde el reposaba su cara y le bajara al abdomen y 20 días después tuviera que tomarse 2 pastas cada 8 horas, ese era todo el proceso de hacer una curva con el torso mientras recogía las piernas y se rozaba la piel de las pantorrillas...

Ella siempre me impresionó, era bastante cuidadosa con sus posturas, causa, consecuencia, imaginación y decía con pretensión que todo dependía de como acostumbrabas a poner el cuerpo y que eso dependía de saber hacer el amor, y que las arrugas de los zapatos te podían decir cuantas cuadras caminaba alguien renegando o saltando...curiosa si, amigable no...bonita al fin y al cabo.


Le gustaban los paraderos solos, y ojalá grises...Transmilenio le daban ganas de vomitar por eso aunque un cliché de la ciudad, la bicicleta era una buena amiga, se caía cuando las dos se ponían de acuerdo y si no querían parar pues bueno...corrían el riesgo de morir juntas en el intento de alcanzar la velocidad promedio de vuelo mental. A veces era rara pero le caía bien ese castaño claro con visos rojizos, esos cachetes en los que parecía que la pena siempre vivía, y esos suspiros por los que uno que otro hombre le podía llegar a preguntar "¿que te pasa muchacha?" (odiaba la palabra muchacha y no era culpa de ella, sus oídos eran un tanto exigentes y tenían todo el derecho de serlo, no era fácil convivir más allá de los libros y las tostadas con mermelada eso tengo que reconocérselo).

La tarde transcurría entre cortadas de papel, vapor de la greca, olor a café barato de ese que dan en las entidades públicas y entre uno que otro hombre que se fijaba en el segundo botón que a lo mejor se había desabrochado. No había nada fuera de lo común, si no era por ese destello en los ojos cada que una burla se apoderaba de su espíritu o cada que lo recordaba a él bajando por sus caderas diciéndole "déjese querer", reírse le permitía seguir, siendo sincera se ría día de por medio como para que no le conocieran a la perfección el modo en que acomodaba los labios.

Yo la quería...la quería ver siempre.

Alguna vez me dijo que apretara mi sostén que mis pechos tenían derecho a sentir libertad cuando un hombre dejara que el aire llegara a mi corazón y pues tengo que admitirlo, desde ese día me abroché bien lo que me daba dirección y me permitía caer mas suave...mis pechos.

Así como yo creía en las evidencias del papel, ella creía en su Dios, en el poder del calor del cubrelecho, alguna vez me dijo que en la atracción del labial rojo escarlata y en el perfume de cítricos, y bueno...yo respetaba que yo también compartía un mundo de besos...

Teníamos tan poco en común, que escucharle sus historias era como vivir en otra persona, y ponía mi mano en el cachete y pacientemente notaba la expresión de sus ojos, ese pestañeo constante, el nerviosismo de esas manos, como se mordía los labios, se rascaba las orejas, se ponía el pelo de medio lado, se jalaba las medias veladas, y golpeaba contra el suelo de madera los zapatos...era una constelación que no había visitado pero según lo que le escuché ese hombre era un tranvía cuando la conocía cada noche, o cada mañana antes de ir a trabajar...le gustaba el papel higiénico adornado y las servilletas blancas, eran palomas de papel y si que me hacía reír cuando las dejaba en el puesto del jefe en son de paz por ser tan irreverente...era linda.

Amanda un día no fue más a la oficina, y no había mujeres a las cuales mirar más allá de la camisa (porque a mi me miraban por detrás más allá de la falda), no volví a escuchar la pasión, ni a botar animales de paz en el puesto de Armando, llegó una carta a mi escritorio diciendo que Amanda había sufrido una sobredosis (y quise pensar que había sido con Juan) y que se permitían comunicar el proceso que se emprendería en torno a ella...se me salieron un par de lágrimas, los días sin Amanda eran una pérdida de mierda entre tantas cortadas de papel, gente azul, gris y negra...

Amanda...Amanda...Amaaaaaaaanda ¡maldita sea!

Llego a mi casa, me saluda Fígaro y me siento en el sofá, hoy decido que soy yo la que le da aire de libertad a mi blusa, me sirvo un vodka para que la vida se haga menos puta y pongo un poco de jazz, bailo con las sombras que pintan mis caderas en la pared y escucho a Amanda diciéndome "morimos los dos, hicimos el amor con la heroína y con el cuerpo ya era hora de partir...alguna vez tienes que hacerlo cuando te quieras ir".

En un primer momento me asusté, no era posible que Amanda me estuviera hablando desde el más allá, pero con lo borracha que estaba ¡que putas! podía estar más acá si le daba la gana ¡ay Amanda me falto morderte la cola! pero bueno el edén es ese paraíso en el que uno encuentra todo lo que quiere y a lo mejor estés con ropa de campo y con un par de vinos contándome como te ha ido tirándote a Dios en los campos verdesitos...

Amanda siempre supe que en los pechos llevabas un corazón que palpitaba y sentía igual que ese rojo que todos tienen a la izquierda del cuerpo porque si lo tuvieran a la derecha no coordinarían el pensamiento, siempre supe que podías sonreir aunque estuvieras jugando a vivir, siempre supe que le hacías el amor como si fueran extraños y solo se conocían en los orgasmos, siempre supe que tú y yo eramos un mundo cargado de silencios y si que el ruido era lento...

¡Amanda que te pares ya que él te busca para que le descifres la nuca!

¡Amanda el vodka no es excusa!

¡Amanda no quiero joderte otra vez, despiértate!

¡Amanda vete a la mierda, igual el día que te mueras vas a estar diciéndome desde el mas allá que lo extrañas y que te quieres volver a meter en mi cama!

Chao Amanda, nos vemos en la oficina...la camisa blanca esta lista.

2 comentarios:

  1. Ese vodka y esas manos.

    Usted entiende muchas cosas.

    ResponderEliminar
  2. Mujer bonita, yo hasta ahora he sentido muchas cosas y he visto mujeres como Amanda pensar que se amargan la vida, pero no he entendido nada todavía...

    Gracias, por estar aquí, gracias de verdad...muchos besos en sus manitas-♥.

    ResponderEliminar