sábado, 28 de mayo de 2011

Memorias de una gota de sal

Yo no sueño con París, ni con New York, ni con Hong Kong yo tan solo sueño con que estés aquí en mi plato mientras me consumes le susurró tocando su paladar con la mínima cantidad de sutileza que su composición le permitía, él la apretó entre sus labios deleitándose de sabor y emoción al tenerla en su cuerpo, ella húmeda por la saliva que la recorría solo pudo callar y descubrir el enorme universo que en su cuerpo existía, fueron dos, fueron uno, fueron el humano y la gota de sal humedecida, fueron instante y sensación, fueron caricia, se estremecieron, la gota de sal cantó su mejor balada mientras él solo le decía a su madre ¡que cosa más rica!.

Ahí ella entendió que su paso por el mundo era un instante de roces y de augurios.

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