sábado, 14 de mayo de 2011

De.si.dí



Dejar de perderme en ti y quererme, olvidar las excusas y los placeres, entender las quejas, respirar posiciones, opiniones que no valen, hoyos en mi cerebro que no tienen relleno, dejar de perderme en mi y quererte, recordar nuestras fechas y nuestros quereres, refutar tus adioses y mandarte lejos a volar, quererte, cuadrados en mis manos que solo saben conocer(te)me, dejar de perdernos y recostarnos en lirios blancos, (im)pertinentes, reírme de tus argumentos y aun así tener la fuerza de verte a esos ojos secos al lado del teléfono de la Calle 3era sin bancas o de la Carrera 10ma con palomas húmedas en la mañana, dejar de ser eco y encontrarme en tu voz, deleitarme en tus ideales, convertirme en perro susurrante, en gato que salte; que dejes de ser nota aguda y seas el grito herido de alguna noche cuando despierte empapada de miedo, llena de tritones, algo sin sabor Tabaré; volver a decir tu nombre entendiendo que no te tuve, ni dentro, ni fuera, ni en una aproximación del éxtasis, que si eres de cartón, si eres silueta o eres ternura no es mi problema, ni mi preocupación, ya no me tientas. Que si hoy parezco luna o sol igual tienes una justificación para la hora en la que me escondo, que si hoy me dueles tanto, amor... es porque nunca aprendí a decirte adiós, adiós con los ojos.

¿Te llamas Rafael o Antonio?
- ¿Y bien...tu nombre es?
- Hasta pronto, lindas manos, grandes ojos.

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