viernes, 15 de marzo de 2013

Incandescentes



He hecho una lista de todo lo que me gusta de usted, pero no sirve de nada, porque eso sería contarle a los demás lo que me confronta, lo que me arrebata... usted sabe lo que me gusta de usted, y eso no hace que esto sea menos interesante.

Hoy, cuando me toqué el cuello volví al sofá con cobija de cuadros donde nos sentamos a ver películas y a tocarnos el cuerpo y a tentarnos el alma, tener códigos para hacer silencio y para darle rienda suelta a los momentos solo nos hace cómplices, y siempre está bien tener un aliado para recrear el pecado... esta noche quiero que vuelvas, quiero que veamos anochecer mientras hablamos de eso que te hace sonreír pícaramente, porque no hay como verte mientras te muerdes los labios y te acomodas el pantalón... vos estás loco.

Leerte un cuento, y alternar tanta humanidad con el espíritu... entrar en usted es mi viaje al centro de la tierra, como el de Verne, pero sin tanta gente, dormir sin brasier, y no olvidar el vaso de agua en la mesa de noche, y prescindir de las cobijas térmicas, y abrir las ventanas para no empaparnos tanto de este resultado. Eso somos, eso y mucho más que eso.

Yo lo quiero, para todo en su momento, y para nada cuando el tiempo se arrebata con usted... hacer las horas menos pesadas y el subconsciente más volátil, casi que incandescente. Me gusta cuando se ríe dormido porque sé que allá, en su cabeza, estas locuras cobran vida sin mente, con instinto y sin pena.

Esta noche quiero que vuelva.

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