viernes, 13 de agosto de 2010

Los gatos son pardos en mi tejado...



Hoy, un Viernes 13, he caminado las aceras en puntitas de pies, he pensado de que esta rodeada mi vida entre brazos, caricias y besos suicidas a los que amo tanto como a la muerte misma, entonces mientras me congelo sentada en aquella avenida concurrida y transitada por autómatas sin prisa, pienso en los gatos pardos y en los príncipes de color claro que no tienen posibilidad de desteñirse ante una lágrima o una empapada sonrisa, es así como vengo a pensar de nuevo en sus ojos, y contando horas y horas corrientes y comunes me sentí inmensamente desubicada, no sin antes contemplar esas nubes naranjas y amarillas que me acompañaban en aquella travesía que me recordaban entonces a Borges, al ruiseñor que sopla niebla y a ese pájaro azul que lleva en el hombro indiscutiblemente haga sol, llueva o caigan relámpagos de cera.

Entre uno y otro recuerdo de risas apacibles, de su mano imaginaria tuve mi regalo entristecido y alegre en tiempo irreal pero tan real como su mirada infinita, entonces lo quise un poco y escuche una dulce vocecita que me narraba y me narraba complejidades como la proyección de la vida misma; entonces lo quise un poco más, se hacia tarde, de noche, ya no se ni que era lo que llegaba, pero esperaba que llegara a mi ventana (creo que aún espero) que se asome esta noche y me lleve colgada en su cola por unos cuantos tejados y me moje con agua de río, que me lleve a ver mi reflejo en una gota de un claro bosque, y así quererlo otro poquito, así yo quiero al gato pardo esta noche, el mismo que se camufla de ruiseñor sopla niebla, el mismo que lleva pajaritos en el hombro escurrido de la vida citadina, y como esta noche, así, lo quiero todos los días un poco mas gato pardo de lineas y cuadros proyectados en mi vida, en su vida, en la vida maldita...

No hay comentarios:

Publicar un comentario