miércoles, 29 de junio de 2011

Extraño...



Extraño los días y las noches en las que visitar los planetas era nuestra misión como los extraterrestres del amor. El sol y la luna con sus collares de bienvenida, todo blanco y negro porque todo es mejor en dos tonos… tu y yo por ejemplo. Extraño que seas mi alienígena, ese que hace naves de papel y me da clavesitas en una sopa de letras para poder encontrarle. 

Extraño esos días en los que hacíamos camisetas para andar en la calle orgullosos con nuestros nombres. Extraño esa forma de quebrarte ante mis peticiones, que me digas “si señora” entre pequeñas risas y que intentes ponerte bravo sin que dichas operaciones lleguen a su cometida.

Extraño que me quites los zapatos para andar en el pasto, que me agarres la mano para pasar la calle, que me sedas las sillas en los buses, que me mires y me botes un besito coqueto de esos que tanto satisface. Extraño estar sentada en la terraza de tu casa, tipo 6 y media de la tarde, jalarte los cachetes, y ver los atardeceres que se funden en la noche.

Extraño las cosquillitas de la mañana, ver a tu mamá brava mientras hablamos como un par de infantes, cogernos la mano mientras desayunamos, buscarle parecido al mundo con nuestro mundo aparte. Extraño llevarte detalles como si fueran dulces, tener a la luna como acompañante mientras hago un no sé que cursi presente que a la mañana siguiente te hará soñar con verme.

Extraño darte besos desde la sala y terminar en tu cama, que me ahogues con las sabanas, que aprendas a delinear mi cuerpo, que no me preguntes porque lloro, sino que te limites a decir “aquí me encuentro”.

Extraño esas tardes donde un parque, cualquier cama, apartamento, árbol, pradera, escaleras, avenida, era paraíso, donde no necesitabas mas que mi compañía, planes en veremos y doscientas caricias. Extraño esas noches donde recostada en tu pecho visualizábamos el patio de la casa con los niños corriendo y nosotros dos, detrás de ellos.

Extraño tanto tu cara, tu manos, tu casa. Extraño tanto el café claro de tu cuarto, el miedo que pierdo cuando me arropas, extraño tus piesitos fríos haciéndole cosquillas a los míos  Extraño los programas a las tres y cuarenta de la mañana, esos que nos aburrían y milagrosamente nos hacían terminar en un derroche de pasión con la unión del ámbar y el blanco puro empañando la ventana.

Extraño decir que valió la pena no haber dormido si fue por verte complacido, que me pidas figuras con el cuerpo, gritar frases mientras te siento. Extraño despertar y tener cientos de motivos mas para ensuciar la vida, hacer varias rutas a casa, dejar de sentir temor en las calles oscuras y saber que al emprender mi carrera tu irás tras de mi, soportando mis pisadas.

Extraño olerte mi amor, decirte cuanto te entiendo, soñar con Canadá y el té hirviendo, con aquellas mantas que escondan las manitos curiosas. Extraño imaginar que el lunar junto a tu boca es el agujero negro que tanto busqué, lucir los aretes que dejabas en la esquina de mi cuarto con la intención de sorprender(me), extraño los duendes, los gatos en el tejado, dar besos de esquimal, de mariposa y de orangután con las pestañas, la nariz y la boca.

Extraño sentir el agüita de corazón, esa que otros llaman lágrimas. Extraño tu contundencia al hablar, el sarcasmo con el que conocí los limites de mis actos, tu ironía, tus bailes en la cocina, y las tarjetas con las palabras básicas y sencillas con las que llenas mis días.

Extraño mi amor, verte hablar con las gaviotas, desesperar por mi ausencia, que me hagas abrazar las almohadas para al menos engañar los poros que te extrañan, extraño que nos escapemos a la piscina y me llames sirena, que le tomes fotos a las sombras, pasar el humo boca a boca, preguntar por los amores pasados y ver que todo ha pasado…

Me gusta sentirte seco, húmedo y empapado. Me gusta extrañarte mientras me dices que vuelva, mientras me dices mentiritas piadosas para verme contenta, me gusta verte a los ojos y callar y que me calles, y callar. Extraño vivir el mundo mas sencillo del mundo contigo, y el mas complicado, y el del equilibrio y todos los mundos que hemos vivido. Me gusta tener hijos que no sean humanos, porque me gusta que nuestro amor trascienda en los animales, en las plantas y en los libros cansados, me gusta extrañarte porque recuerdo todo esto, porque lloro, porque te duelo y este duelo me incita ahora mismo a salir corriendo a tu casa, a buscarte y decirte en la puerta que eres mi alma gemela, o el alma (in)correcta, pero el alma que me tiene loca y desecha.

Me gusta extrañarte porque no hay otra palabra que pueda ser el mejor sinónimo de necesidad, porque antes de que esto suene despedida, quiero contarte mientras cuelgo ropa y canto canciones, los motivos que tuve para hacer telepatía con los errores que ya cansado te tenían. Me gusta extrañarte porque es ahí donde descubro como se escribe felicidad y entonces entiendo que entre preguntas se escribe con tus respuestas y entre tanta arena, con el agua que me das, porque sé que si en algún momento tuviera otra vida, con la misma memoria, la misma entrega y la misma terquedad… te volvería a amar.


Te extraño porque aprendí a escribir en tu espalda exceso y suficiente, porque jamás nos importó el lenguaje sino la lengua, te extraño porque tienes la bitácora que escribí en las islas de Toribia, te extraño porque nunca supe decir(te) adiós a los ojos, te extraño porque solo en el sofá de tu sala me creía Colón y Napoleón, te quiero porque no he visto cielo más hermoso que ese que se cae en miles de pedazos. Te quiero porque puse el alma en cada pared que rayé en tu nombre y porque (me) has regresado a mi cada noche, te quiero porque eres obstinado y sé que la vida te duele, como me duele a mi, te quiero porque harías lo (im)posible por verme tranquila y livianita, te quiero porque dejamos volar los girasoles, las formalidades y  las prohibiciones, porque aprendimos a errar y hoy, solo esquivamos charcos mientras la lluvia nos inunda.

Te extraño porque también odias el café, porque odias las mentiras de manera radical, porque no te gusta París, y te asustan las cercanías humanas, te extraño porque entre tanto ahogo nadie me dio un respiro como incentivo, porque no quieres vivir de interpretar sino de asegurar, porque no tienes ni tantos caminos, ni tantas caras como mi nombre y mi apellido; este 'nosotros' hace el colectivo más leal que haya vivido.

Te extraño porque nadie respira con tantas pausas, porque en ningún otro 'mapamundi' hay tantos países con tu nombre, tu apellido y tus ojos redonditos. Porque nadie se pierde en ti como tu mismo, porque estas lleno de tormentas para las que he aprendido a ser calma, porque solo a ti te da pena sonreír y aun así sonríes por verme la mirada estrellada, porque nuestro dinero es el tiempo, esa moneda a la que le cambio la cara y el sello.

Te amo porque sabes guardar tus besos en el recuerdo, porque te fumas cada cigarrillo como si fuera el sustento, te extraño porque junto a ti le temo a la muerte, y ese sentimiento mientras estoy enamorada es el que me hace aprovechar mi ceguera, como si fuera ciega y tuviera que leer en braille tu silueta. Te quiero porque como vos solo hay un lobo en el cuento, te extraño porque es a ti que se me parece la palabra existir, vuelve a mi... ¡te quiero!.

1 comentario:

  1. te amo
    te extraño
    te espero
    te pienso
    te te te te te creo que el ver un extraterrestre me hizo tartamudo y no por el miedo si no por que cuando vi sus enormes ojos brillantes y toque sus curiosas manos me sorprendí de por vida
    "aquí estoy" como querías y no pienso irme soy tan obstinado y orgulloso que no me voy a mover hasta que no regreses

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