lunes, 22 de noviembre de 2010

Hundidos -vs- Untados


Siento esa mala vibra, la misma que boto yo en cada palabra que arrojo con este megáfono que llevo en el alma inconforme, en el camino trillado, en las miradas desgastadas de cada ser que intenta ser 'diferente' cuando de vez en vez confirmo que todos somos más que semejantes, llenos de la misma cera, colgados del mismo gancho oxidado, cargados de arsénico, cianuro, y veneno de cobra recientemente alborotada por algún humano, siento ganas de vomitar cuando les veo sus caras, cuando me veo la mía, cuando huelo a mi vecina, siento ganas de aniquilarlos a todos y de no verlos más, nunca más.

Me aburren sus caras, sus adjetivos fuera de tono, sus sonrisas enfrascadas, sus fachadas de plastilina, sus poros enconados de maldad, sus frases continuamente monosilábicas que ustedes los ilusos creen que me llenan la maldita existencia, el desgraciado caminar; tengo ganas de enterrarlos en el mismo campo, para que se hagan la misma compañía que se han hecho en esta tierra, mi tierra jodidamente fatalista, quiero pasarles por encima, y que ustedes pasen por encima de mis alaridos, escuchar sus gritos, cortarles su garganta, no escuchar de nuevo sus latidos, verlos blancos, morados, azules, verdes, descompuestos, verlos hechos tierra, polvo, verlos siendo lo que nunca creyeron, pero siempre fueron, tierra revuelta con excremento.

A ustedes malditas copias unos de otros, a mi misma que hago parte de la asquerosa porquería que me rodea día a día mi mayor deseo de exterminio, de muerte, de dolor, del sufrimiento en furor.

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