martes, 20 de marzo de 2012

Ese día...


Ese día el cielo era púrpura y yo lo recordaba entre la recurrente indecisión de enviarle un par de letras con las que el cielo me lo había traído.

El mundo era otro mar, porque mis ojos eran río y yo lo inundaba de a poquitos. Nos habiamos marchado sin opción de regresar, estabamos en una distancia que mataba y en cada cigarrillo que fumaba dejaba mi nombre, mis letras, los besos en la cama, la pasta, los nombres de colores, el sin sabor, los parques húmedos, los taxis a los que nunca me acompañó.

Era otro, necesidad, impulso, necesidad. Y yo urgida, desesperada y él no volvía y no volvería.

El cielo sigue púrpura y él ahora cede mis detalles, olvida mi penumbra y solo vive en sombras que le permiten habitar, nunca entendió mis preguntas, ni mi contradicción, ni la adicción a volver a sentir sus besos. En el sentido de esta vida era completamente ignorante, no conocía la metodología, ni la proyección, en el sentido de esta vida el no proponía solución, invitaba al problema, al castigo, al dolor de amarlo...

...No volvió, fue ese día y el cielo siguió púrpura hasta que el color se cansó de recordármelo, nunca respondió, puse las piezas del mundo en su lugar, me senté a recordar, a darnos una nueva bienvenida de la que él no participaría, la bienvenida a olvidar que el me había olvidado desde que se me fragmentó el alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario