viernes, 27 de mayo de 2016

Tener amigas...


Tenía y aunque trabajo en eso cada día, muchas veces tengo el reflejo inmediato y la maldita costumbre de culpar a los demás el 90% de las veces que algo me pasa. Hace muchos años, cometí errores que me costaron el desprecio y las actitudes de las que en ese momento eran mis amigas, y como ya lo dije antes, nunca reconocí mi responsabilidad y pues asumí que su reacción no era justificable y que todas las mujeres (aunque en mi familia tenga a las mejores) éramos por instinto unas perras desalmadas que cegadas por la envidia jamás podríamos ver a la otra con los ojos de la compasión y el perdón.

Pasé años sintiéndome mal porque no tenía una mejor amiga, ni siquiera una amiga para contarle cosas sin desconfiar, para llorar, hacerme mascarillas, cogernos el pelo cuándo el exceso de trago nos hiciera vomitar y peor aún, fortalecí la premisa de que cada mujer que se me acercaba fuera de mi mamá, mi hermana y las de mi familia, solo quería destruirme a como diera lugar, y algunas me dieron la razón pero eso es lo de menos.

Tiempo después me pusieron los cachos en una relación en la que creía ciegamente, y con más razón terminé de creerme el cuento de que efectivamente las del problema éramos las mujeres (cómo si el idiota de momento no se hubiera prestado para eso) y seguí mi vida prevenida, amargada y sintiéndome incómoda en cada lugar en el que tenía que socializar con niñas…

Pero un día después de convivir mucho con mis amigos hombres, escuchar sus conversaciones, alabar sus embarradas y justificar sus actos, me di cuenta de lo mal que estaba yo, que hablar de hombres y mujeres perros/as, insensibles, envidiosos/as, mentirosos/as, etc en general era una estupidez, porque ser una mala persona y cometer errores no dependían del género y peor aún, que me había perdido la oportunidad de conocer gente valiosísima en mi carrera, en mis pasantías, en mis trabajos y en la vida, y dejé atrás a muchos que no me aportaban nada, me salí de todo círculo en el que tuviera que ser alguien más para sentirme bien, en el que tuviera que pensar 2 veces lo que iba a decir y en el que dabas y dabas pero no recibías nada.

Y dejé de ser leal con gente para la que era invisible a menos que me necesitara, y aprendí a decir no sin sentir miedo de quedarme sola y a dejar de aplaudir a mis amigos que hacían lo mismo que las mujeres que tanto criticábamos.

…Y me quité un peso de encima, y me relajé con ellas, con nosotras, con las mujeres, no porque ya no tuviera miedo de que me volviera a doler el corazón cómo a los 15 años, sino porque decidí ver a la gente con otros ojos, 1 porque no todas tenían la culpa de lo que me había pasado y 2 porque no valía la pena no darle la oportunidad a alguien de mostrarme que algo podía ser distinto… E hice mi primer amiga en mucho tiempo. 

Y la vida fue distinta, porque aprendí que había gente como yo con miedo a sentirse decepcionada, pero también con ganas de compartir la vida, de salir, de hablar, de sentirse entendido, de debatir formas de pensar y luego seguir como si nada, porque ese es el chiste, querer a alguien con todo lo que venga.

Y la vida fue distinta porque ahora tenía a alguien para "hablar de cosas de mujeres" y de penes, y de polvos buenos y de polvos malos, y prestarnos la ropa se sintió bonito y darnos consejos para la horquilla del pelo, y recomendarnos libros, y hacer notas del blog hablando de lo lindo de tener amigas y la vida fue distinta porque ahora hay alguien que te pide que lo acompañes a estar solo, porque como tú, a veces otros solo necesitan un "todo estará bien" sin necesidad de pronunciarlo.

Y me relajé, e hice más amigas, y me di la oportunidad de confiar aunque me decepcionen, y conté mis cosas íntimas y dije "te quiero" a alguien que no fuera mi novio o mi familia y tuve a quién enviarle Whatsapps en el bus y gifs para hacer más amenas las cosas serias, y de nuevo pude ver que más que mujeres u hombres, somos un pocotón de personas queriendo compartir lo que somos y ya, y que es muy difícil que eso le guste a alguien por completo y que algunas veces te dará rabia su forma de actuar, pero que ser como eres está bien y dejarlas ser también.

Y entendí que debes apartarte de gente que hace cosas que no puedes tolerar, porque el conflicto interno que te genera es más tóxico que otra cosa. Y entendí que no se trata de compinchería sino de incondicionalidad. De cumplir lo que se dice, de ser consecuente con lo que se hace y de buscar el bienestar de alguien que no seas tú mismo, y la vida fue distinta porque por primera vez me vi en alguien más y me sentí importante para personas diferentes a las que inevitablemente se preocupan por si te despertaste viva y ya nada volvió a ser lo mismo.

Hace unos años habría leído esta nota y hubiera dicho algo tipo "si supiera lo que le espera con esas hijueputas", pero ya no, y eso es lo bonito de ser humano, cambiar de pensamiento, poder mejorar y tener alguien al lado no para que te aplauda sino para poderle dar lo mejor que tienes en esta existencia. A mis amigas gracias, gracias por ser un respirito en el mundo, por demostrarme que nada está perdido, que hay gente buena, gracias por redefinirme el concepto de la amistad, por ser sin necesidad de demostrarle nada a nadie, por enseñarme a no acostumbrarme al qué dirán, por perdonarme cuándo no soy tan buena persona, por la paciencia, por el amor, por tenerme en sus pensamientos, por cuestionar lo que pienso ¿por qué para que se tiene un amigo hombre o mujer sino es para todo eso?

Las quiero.

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