
Ellos eran Sara y Daniel, sentían un amor profundo, compartían sus vidas sin importar el camino y los sucesos.
Tres años, hermosos tres años, habían reído, habían llorado, habían prometido amores eternos, pero nunca uno como el suyo, habían tenido tardes soñadas, habían ido a colinas, a prados, a cascadas, habían recorridos parques, desiertos, habían ido por el mundo solo ellos.
Ella siempre esperaba a que el hablara, y siempre aguardaba por sus besos, Daniel siempre intentaba comprenderla, tenia una inmensa virtud y esa era la paciencia, el la recogía y siempre estaba pendiente de sus citas, los dos tenían porte de modelo y caminaban por la calle transmitiendo ese sentimiento, ese de seguridad y de entrega mutua.
Yo los vi cierto día en una foto, era magnifica, lograron poner en mi las ganas de poseer algo similar, pero ya lo poseía y no tenia ni un poco de envidia. Conocí a Daniel y entonces poco a poco completamos versos para Sara, su prometida y para Leandro mi novio. Éramos realmente felices los cuatro. Sin salvar a nadie , ni a ellos, no les iba a dar la satisfacción de decir en voz alta lo que las dos pensábamos, la verdad era que profundamente los amábamos…Realmente era así.
Estos dos amores han sido unos segundos de placer, un momento distinto en días monótonos que pasan por delante de mi y de ti. Bueno o malo, diremos que es relativo. Finalmente cuesta demasiado sobrevivir con alguien que te ha quitado media vida, y a pesar de ello sientes y quieres seguir a su lado, y él a tu lado claro, porque… ¿que harías sin sus sonrisas?.
Hoy tu vida se queda aquí adentro, te prometo que yo te la defiendo. Tenía mis manos atadas, y mi corazón desvanecido, te veía reír, y si, era de mi... poco a poco te alejaste y sola me quede con el verde pasto, el frió de mis pies y mis recuerdos, esos de ayer y antier.
No hay comentarios:
Publicar un comentario