sábado, 12 de junio de 2010



Yo Angélica Parrado Sánchez solía ser un poco ingenua, tenia unos tantos gramos de desconfianza, otros pocos de alegría tergiversada, tenia sueños rotos, e ilusiones marchitas porque no les habían puesto agua en tiempo, tiempo largo.

Tenía suspiros llenos de humo de cigarrillo y vida moribunda entre aromas dulces, solía ser una esperanzada del segundo y a veces del tercero muchas veces hasta de un quinto. Pero un día aprendí que tenia que volar, volar alto y lejos allá donde nadie pudiera tocar mis alas, allá donde nadie pudiera llegar a descocer los retazos que con tanto hilo había pegado para no caerme y salpicar vuestro espacio.

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