
Era de noche, el cielo estaba gris, gris ratón, no veía la luna donde me encontraba y tampoco lograba ver estrellas, hoy el cielo era mio, tan mio como de él, me había acompañado en un recorrido largo, tedioso.
Secaba mis lágrimas con delicadeza y de la misma forma me hacia saber que tenia que limpiarlas o se convertirían en cera, empezó a correr a mi lado y con el los susurros que se le escapaban sin querer...empecé a enamorarme de lo sucio que estaba, de lo invisible que era, y de lo amplio que se presentaba frente a mi.
Pose mi cuerpo sobre aquellas escaleras terracota un tanto destruidas por alguien como yo, que ahora arrastra los pies, y él me hizo compañía, me enseño su silencio, pero también su despespero, solo contemplo mis suspiros y recogió mis anhelos.
De repente corrió, me abandono y en una noche fría, sucia y poco anhelada para mi vida, entonces fue justo ahí cuando entendí que ni el viento, ni las lágrimas, ni la luna, ni las estrellas son, cuando yo quiero que sean.
Secaba mis lágrimas con delicadeza y de la misma forma me hacia saber que tenia que limpiarlas o se convertirían en cera, empezó a correr a mi lado y con el los susurros que se le escapaban sin querer...empecé a enamorarme de lo sucio que estaba, de lo invisible que era, y de lo amplio que se presentaba frente a mi.
Pose mi cuerpo sobre aquellas escaleras terracota un tanto destruidas por alguien como yo, que ahora arrastra los pies, y él me hizo compañía, me enseño su silencio, pero también su despespero, solo contemplo mis suspiros y recogió mis anhelos.
De repente corrió, me abandono y en una noche fría, sucia y poco anhelada para mi vida, entonces fue justo ahí cuando entendí que ni el viento, ni las lágrimas, ni la luna, ni las estrellas son, cuando yo quiero que sean.
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