Como fastidia frecuentar vidas en las que no te quieres sentir extrañado, en las que ojalá pudieras vivir de la conformidad con la que se vive cuando nadie te recuerda porque vos no haces nada para que te recuerden, pero malo o bueno mi nombre y mi apellido son difíciles de refundir y ahí es que empieza el dilema para mi...
Madre, te veo sentada en ese colchón que esta sobre el suelo de mármol viejo, manchas que no combinan ni con tu cara, ni con tu expresión. Madre, la vida seria mas sencilla si yo te pudiera brindar tantas cosas que te hacen falta, pero no encuentro otra forma que la metáfora y el grito, no tengo otra manera, te juro que no...
Estoy en el baño, sentada en algún rincón, mientras lloro y lloro y vuelvo a llorar por esta impotencia que se siente vestida, desnuda o con ganas de aportar. No tengo dinero, no tengo un manual, ya no tengo una vida que sea el ejemplo, la guía. Madre, deja de llorar en silencio, si tan solo fueras como todas las mamás, pero ya no serías la mía, no llores en silencio mamá, me duelen las líneas de tu frente, los poros de tu cara.
Tengo un nudo en la garganta, un sin sabor, un dolor que me empalaga y no me deja llorar, una noche que llega con la impaciencia, tengo que hacer algo con estas letras. Madre enséñame a ser madre de esta vida, porque las emociones son mis hijas y creo que las abandoné y hay alguien que las reclama siempre.
Madre, deja que me quiebre, déjame vivir la necesidad terrenal, porque la espiritual ya me ha hecho pobre, déjame encontrarte en alguna biblia, en algún Dios, déjame marchar de este mundo al que yo no pedí venir, al que nunca hubiera venido de no ser por tus deseos ocultos. Madre aprende a gritar y guarda silencio en mi cama...
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