
Y mientras el narraba sus historias, sus vivencias y su opinión; yo me hundía en sentimientos de duda, confusión pero de fortaleza y convicción. Su voz me transportaba a lo que podría ser real, a lo que sonaba desinteresadamente e incesantemente importante y relevante, a lo que con su cara me hacia creer que tenia la oportunidad de triunfar, a lo que me llevaba con sus manos y era a confirmar en mi cabeza que valía la pena enfrentarnos a las víboras que deseaban callarnos, que era valioso, único e interesante publicar mis letras, regalar mis manos al lapicero y al papel, que era indispensable confiar en mi ética profesional, en mis valores y en la periodista que anhelaba ser.
Alfredo Molano, su cara, su expresión, su tono de voz, su seguridad al hablar, la convicción en su trabajo, el poco miedo que le tiene a la gente, la distancia que guarda con el silencio, el movimiento de su cuerpo, me dio la confianza de saber que hay mucho por hacer.
Alfredo Molano, su cara, su expresión, su tono de voz, su seguridad al hablar, la convicción en su trabajo, el poco miedo que le tiene a la gente, la distancia que guarda con el silencio, el movimiento de su cuerpo, me dio la confianza de saber que hay mucho por hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario